Estatuas
Yves du Manoir fue un brillante apertura que representó al seleccionado de Francia entre 1925 y 1927. Pero no sólo por eso forma parte de la leyenda del rugby. El estadio olímpico de Colombes, en los suburbios de París, lleva su nombre y, además, la primera estatua que tuvo un jugador de rugby en la historia se realizó en homenaje a él. En realidad, su destino fue trágico. Cuando tenía apenas 23 años, el avión militar que tripulaba en una exhibición previa al test entre Francia y Escocia del 2 de febrero de 1928, se estrelló poco después de sobrevolar precisamente por ese estadio.
Ironías del destino, Yves du Manoir jugaba en el Racing de París (actual club de Agustín Pichot), que tiene su casa en el estadio Olímpico de Colombes. Allí mismo, claro, se levanta su estatua. Allí mismo hoy jugaron un partido clave por la segunda división el equipo del capitán de Los Pumas ante el líder Toulon, capitaneado por Esteban Lozada (ganó el visitante por 21-15).
No es el único vínculo entre el rugby y la aviación francesa. Roland Garros, considerado un pionero del aire, fue también un destacado jugador del Stade Francais, el otro equipo grande de París. Murió en pleno combate, en 1918. Aunque, claro, fue el tenis -deporte que también practicó- el que lo adoptó para bautizar el estadio y el torneo que albergan al famosísimo abierto de Francia, uno de los cuatro de Grand Slam.
Tuve la oportunidad de ver in situ dos estatutas de símbolos del rugby. Una me impresionó por su tamaño casi natural; la otra, por donde está ubicada. La primera corresponde al sudafricano Daniel Danie Hartman Craven, instalada en la entrada de la Universidad de Stellenbosch, cuyo estadio también lleva el nombre y apellido del personaje que, entre otras cosas, le abrió las puertas internacionales al rugby argentino con aquella gira a Sudáfrica en 1965. La segunda es del formidable galés Gareth Edwards, colocada en una galería comercial en plena peatonal de Cardiff. Los une, además, que ambos fueron medio scrum.
La estatua de Danie Craven en Stellenbosch, Sudáfrica.
Craven está inmortalizado con una pelota de rugby bajo su brazo y acompañado de su fiel perro. Si el también conocido como Doc es un referente ineludible en el rugby sudafricano, muchísimo más lo es en Stellenbosch, donde murió el 4 de enero de 1993. En esa universidad era, además, profesor de varias materias. Craven sostuvo en los últimos años de su vida que el rugby iba a ser fundamental para acabar con el régimen de segregación racial de su país, pero también fue denunciado en varias oportunidades por ser un agente encubierto del apartheid.
Lo de Gareth Edwards es más significativo porque encierra algo que no es muy común: no se esperó a su muerte para rendirle homenaje. El busto de quien para muchos fue el mejor jugador de la historia, reside en el fondo de una galería comercial, a pocos metros de donde hoy se levanta el Millennium y de donde estaba el célebre Arms Park, testigo de las hazañas del increíble número 9.
El medio
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