Revenga es un pueblo venezolano con menos de 20 mil habitantes y un altísimo índice de pobreza y delincuencia. Pertenece al estado de Aragua, se ubica sobre la misma ruta Panamericana que se inicia en la General Paz argentina y está a unos 65 kilómetros de Caracas.

Allí, en un país con una tradición prácticamente nula en el rugby, la filosofía que contagia este deporte es protagonista de un hecho fantástico dentro del mundo globalizado. Una ONG llamada Proyecto Alcatraz lleva a cabo una experiencia cuyo título lo resume todo: Laboratorio de los Sueños. Y han comprobado que el rugby es una de las tantas herramientas para combatir el desempleo, la inseguridad y el consumo de drogas.

Bruno Quilici es un argentino que empezó a jugar al rugby a los 10 años en el club Porteño. Hizo los cursos de la URBA, participó en distintos seminarios y además de dirigir en su club, lo hizo en la Universidad Tecnológica de Avellaneda.

A fines de 2004 recibió una oferta para entrenar a la Universidad Central de Venezuela, pero debió regresar a Buenos Aires por cuestiones laborales. Hasta que en agosto del año pasado volvió a sonar su teléfono. Esta vez era para ponerse al frente del Proyecto Alcatraz. No lo dudó. Viajó de nuevo y firmó un contrato hasta 2009.

Al proyecto lo sostiene la compañía de ron Santa Teresa, que lleva más de 300 años en la zona. ¿Y cómo nació? La idea fue de un ex rugbier venezolano, Alberto Vollmer, tras un robo a mano armada a un empleado de la empresa.

A los asaltantes les propusieron que trabajaran, estudiaran y jugaran al rugby en vez de ir a la cárcel. Aceptaron y convencieron a los demás integrantes de la banda para que se sumen a ellos. Es más: a través de este método humanitario ya se desbarataron cuatro bandas en Revenga sin disparar un solo tiro, y se logró una drástica reducción en los índices de delincuencia.

¿Por qué el rugby, y más en un país sin tradición como Venezuela? Quilici tiene el manual para responder: “El rugby es un deporte que supone la exaltación de los valores del trabajo en equipo, la disciplina, la humildad, el sacrificio y el sentido de pertenencia. Y permite capitalizar la energía y el liderazgo de los miembros hacia actividades constructivas para su beneficio y el de la comunidad”.

También cerca de la Panamericana, pero en la zona norte del conurbano bonaerense, un grupo de amantes del rugby inició hace un buen tiempo un proyecto de igual filosofía. Hoy, Virreyes Rugby Club es un motivo de orgullo para el rugby argentino. Y ambos conviven, como muchísimos otros que se están gestando, dentro de un mismo laboratorio de sueños.

El equipo del Proyecto Alcatraz ya ha participado en algunos torneos, sobre todo de seven. “Juegan bien, pero les falta fortaleza física”, acota Quilici. Los venezolanos ahora se plantean como objetivo participar en un torneo internacional que se desarrollará en septiembre, en Tucumán. Necesitan plata para viajar. Corazón y pasión, les sobra.