Había, aunque mínimas, algunas posibilidades de que el movimiento olímpico aceptara al rugby para los Juegos de Londres 2012. El presidente del COI, el belga Jacques Rogge, es simpatizante del deporte de la ovalada y hasta representó a la selección de su país; el rugby se inventó en Inglaterra; la modalidad de seven —la propuesta para los Juegos— crece en cantidad de televidentes en todo el mundo y, por último, los que suelen ganar son Nueva Zelandia, una nación con fuerte influencia británica, y Fiji, satélite neocelandés en rugby.

Nada de eso ocurrió. Los miembros del COI resolvieron eliminar al béisbol y al sóftbol, pero no los reemplazaron por otros deportes. Entonces, el International Rugby Board (IRB), en una decisión poco común, salió al ruedo para pegarle duro a los popes del universo olímpico.

El IRB apuntó a lo que más le interesa al COI: “En términos comerciales, de broadcasting (derechos televisivos) y ticketing (entradas) se demostró que el Rugby Sevens es el quinto deporte en comparación con los deportes olímpicos. En los últimos 12 meses, 86 países compitieron en el Circuito Mundial de Seven organizado por el IRB, además de la Copa del Mundo en Hong Kong. Este evento se disputó ante 120.000 espectadores y fue visto en 300 millones de hogares, con un potencial en audiencia de 700 millones en 153 países”.

El pequeño grupo que manda en el rugby intentó, sin éxito, tocar el corazón del COI: “El resultado de esta decisión decepciona a países pequeños del mundo como los del Africa, que tienen pocas oportunidades de competir en un alto nivel como los Juegos Olímpicos. El Rugby Sevens prové a estas naciones la posibilidades de ser competitivas”.

El rugby y el movimiento olímpico nunca tuvieron buenas relaciones. Sólo en dos ocasiones (Amberes 1920 y París 1924) la ovalada estuvo presente en los Juegos. En una participaron dos equipos (Estados Unidos y Francia) y en la otra, tres (EE.UU., Francia y Rumania).

Por otro lado, si bien el rugby es un deporte en crecimiento económico, necesita una inyección no sólo para las arcas del IRB, sino para intentar mostrarle al mundo que no todo pasa por los poderosos del Hemisferio Norte y del Hemisferio Sur. Son ciertas las cifras del seven, pero no alcanzan, porque el rugby trascendente es el de quince.

Y, por último, es difícil creerle al IRB aquello de que la decisión del COI “decepciona a países pequeños del mundo como los del Africa”. El IRB habla del Africa (no se incluye Sudáfrica) sólo cuando afecta a sus intereses.