Desde hace un buen tiempo, las selecciones de las potencias del rugby ya no se conforman sólo con un plantel de jugadores, dos entrenadores, un médico y un preparador físico. Hoy, el cuerpo de asesores de un coach es casi tan numeroso como los que tienen que salir a la cancha. Gustavo Tati Milano, aquel fenomenal Puma que actualmente es colaborador de Marcelo Loffreda y que realiza un interesante trabajo en la UAR, distribuyó un material que comprueba cómo se preparó Inglaterra para ganar el último Mundial.

Basado en el enorme presupuesto que maneja la Unión inglesa (por ejemplo, cada vez que el seleccionado juega en Twickenham recauda un millón de dólares), Clive Woodward armó una estructura que incluyó hasta la contratación de Humphrey Walters, un prestigioso consultor de gerenciamiento empresario.

Walters escribió un artículo en el diario inglés The Observer, en el cual indica que Sir Clive posee al menos cinco de los 12 mandamientos que él considera clave en los líderes inspiradores. “Las situaciones no generan grandes actuaciones; la gente genera grandes actuaciones. Clive es muy bueno en esto. Se dio cuenta desde temprano que tenía que crear un ámbito para la gente, es decir los jugadores, y que ellos iban a ser los que lo harían”, sostiene Walters.

El consultor, ajeno al mundo del rugby, agregó que Woodward “es genial en el mandamiento de que el optimismo perpetuo es multiplicador. Siempre supo que Inglaterra podía ganar el Mundial. Si uno le lleva una idea, Clive dice: Vaya, que interesante, en vez de decir esto no va a funcionar”.

Walters lo convenció a Woodward de otros dos conceptos contrarios a las tradiciones del rugby. Uno, nunca desatender los detalles, y por eso Inglaterra sorprendió al mundo cuando sus jugadores se cambiaron la camiseta en el entretiempo. “Lo hicimos contra Francia en el Stade de France y ellos miraban como diciendo: Cristo, ¿cambiaron todo el equipo? Eso se lo vi a Sampras. El se cambiaba la remera cuando el rival creía que tenía el partido ganado”, sostiene Walters. Y el otro, no se sabe lo que se tiene hasta que no se prueba. Ahí fue cuando Woodward decidió que su equipo se entrene en Twickenham, a cuyo césped le dicen sagrado precisamente porque sólo se utilizaba para los partidos. “Fuimos, pedimos disculpas, nos perdonaron y hoy es algo habitual entrenar donde jugamos”, agrega el gurú.

Por último, Walters opina que Woodward cumple con el mandamiento de Grandes líderes simplifican. Y dice que “Clive es muy bueno en hacer que las cosas complicadas parezcan simples. Con ese entrenamiento se pueden soportar los errores o una mala decisión del árbitro”.

Woodward ya no está al frente del seleccionado de la Rosa porque quiere probar suerte con el fútbol. En cualquier caso, él sabe que más allá de las súper estructuras, el primer mandamiento es que los que salen a la cancha son los jugadores.