El título que lleva este espacio que Clarín publica todos los lunes tiene un sentido especial, ya que el tercer tiempo es quizás el símbolo por excelencia que posee el rugby. Allí, después de los 80 minutos, compañeros y rivales se juntan para estirar el partido de la confraternidad. Es un rito inalterable, sobre todo en la Argentina. Pero en los últimos tiempos, como otras tantas cosas en el país, se ha desvirtuado. Y el espacio para compartir una charla y una copa se transformó en algunos clubes en largas fiestas hasta la madrugada, sin límite de alcohol y con la participación de mayoría de adolescentes, hombres y mujeres.

El toque de atención llegó a mediados del año pasado, cuando un chico de un club tradicional cayó desde el balcón de otro club tradicional. No se mató de milagro. Entonces, varios dirigentes se reunieron para buscarle una vuelta a la situación. Desde la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) se propuso dar una serie de recomendaciones en vez de ejecutar las prohibiciones. “Hablamos con los jugadores más representativos de cada equipo, sobre todo con los capitanes, para que ellos bajen al resto el peligro que significa tomarse más de dos cervezas”, dijo Jorge Cafasso, presidente de la URBA.

Pero ocurre que el rugby al mismo tiempo afronta otro dilema con respecto a este asunto. Es que el alcohol —en las viejas épocas era el whisky— está de alguna manera vinculado con este deporte y quizá por eso las empresas de bebidas alcohólicas son las más interesadas en colocar sus auspicios en este ámbito.

“El problema es que en los terceros tiempos hay canilla libre de las bebidas más duras, que son patrocinantes en el rugby. Yo hablé este año con la gente de marketing de la URBA para que no busquen sponsors de bebidas alcohólicas, pero también es cierto que esas mismas empresas se están comprometiendo a realizar campañas para evitar el consumo excesivo. Y no hablo de esos cartelitos al final que ni se ven, sino de avisos importantes en los programas de rugby de televisión”, agregó Cafasso.

Como disparador de esto, la URBA firmó hace 10 días un convenio con la secretaria de Adicciones y la secretaría de Deporte de la provincia de Buenos Aires (el nexo es Arturo Rodríguez Jurado, una gloria Puma), para que los jugadores reciban información y ayuda con las drogas.

“Los progresos desde que empezamos a trabajar en esto han sido notables”, sostuvo Cafasso. Ojalá. Porque el tercer tiempo no merece que lo traicionen.