Cardiff (1976)
El partido de Los Pumas contra Gales en Cardiff 1976 es una marca para los de mi generación. Soy del 61 y tenía quince años ese 16 de octubre. Por primera vez veíamos a Los Pumas por tele en directo jugando en el exterior y encima nuestros jugadores se mandaron un partidazo maravilloso contra el mejor equipo del mundo. Escribí sobre ese día desde mi experiencia personal, pero estoy seguro que muchos cincuentones se van a identificar con los recuerdos de aquella mañana (para nosotros era mañana) inolvidable.
Daniel Dionisi

Encabezados por Palomo Etchegaray, Los Pumas entran al Arms Park a jugar el segundo tiempo del inolvidable partido del 76.
Adolescencia
Dedicado a la memoria de Alejandro Falcón.
¡Cómo no me voy a acordar si lo vi con mi amigo! ¡Cómo lo quería al gordo Falcón! Un tipo bárbaro. Mi gran amigo de la adolescencia. Ese sábado vino a mi casa y vimos juntos el partido en el Teletron blanco y negro que estaba en el comedor diario. Fue una mañana de octubre. Inolvidable. Me acuerdo de todo. De mi vieja armando el pan con manteca. Del gordo comiendo mientras miraba el partido. De los olores. De los nervios. ¡Y claro, de las patillas de JPR Williams!
“Yipier” Williams le decía Nicanor relatando desde Cardiff y nosotros, el gordo y yo, nos asustábamos con cada arranque del fullback de Gales. Hasta ese día no sabíamos quién era. Ni lo habíamos sentido nombrar. Sin embargo enseguida supimos que era una estrella y nos maravillaba verlo en directo. Poco tiempo antes, lo habíamos visto al Loco Gatti atajando en la nieve de Kiev. Ya era habitual que el fútbol se transmitiera por tele desde todo el mundo. Pero el rugby no. Era la primera vez que daban a Los Pumas en directo vía satélite
Me acuerdo de las sensaciones del momento. De pensar que Porta estaba loco cuando la jugó desde el ingoal y llegó hasta más allá de mitad de cancha. Muchos años después, Hugo me contó que en esa jugada se agrandó, lo miró a Tito Fernández y le dijo: —Vamos a jugar la pelota que estos son unos forros. “Estos” eran el seleccionado de Gales de los años dorados. El mejor equipo del mundo. Gareth Edwards, Phil Bennet, Gerald Davies y ese patilludo de Williams que nos volvía locos. Después de ese partido todos queríamos ser como él. Para Porta, esa tarde, eran unos forros. Y tenía razón.
Los mejores del mundo, por esos 80 minutos, no fueron los dragones rojos aunque jugaran en el inexpugnable Arms Park. Fueron Los Pumas. Para Porta, para mí y para mi amigo el gordo Falcón, era así. Gran primer tiempo de Los Pumas jugando la pelota desde todos lados.En el segundo ya nos respetaban pero se vinieron encima y nos metieron dos tries por el ciego.
Enseguida reaccionamos y el Gordo se emocionó. ¡¡Tomá Yipier!! ¡¡Cómo te la comiste!! —le gritó a la pantalla cuando Yoyo Gaweloose apoyó ese try inolvidable después de hacerle una media luna al patilludo.Ahora el ídolo era Yoyo.
Después vino el try de Gonzalo Beccar Varela, el tackle alto de Chiquito Travaglini y el final con ese penal de Bennet que entró con lo justo. Los Pumas 19 – Gales 20.
Muchos años después pude hablar con varios de los protagonistas de ese partido y me contaron anécdotas entrañables, una de las cuales me llamó particularmente la atención. Me la relató Tito Fernández. Resulta que estaban en el vestuario un rato después del final, con toda la bronca del partido perdido por un punto, con la desazón de haber quedado a solo un pasito de una hazaña para la historia. Solo se escuchaban gritos de rabia por la oportunidad perdida, cuando aparece Martín Sansot, la figura de Los Pumas ese día, con una ovalada en la mano y dice, como si nada hubiera pasado: Miren muchachos me quedé con la pelota.
Siempre se destacaban los nervios de acero de Sansot para resoolver situaciones complicadas en cualquier cancha del mundo, pero en ese momento varios se lo quisieron comer. En medio de la furia, lo único que parecía importarle al genial fullback era guardar la pelota de ese día.
Cuando Tito Fernández me contó la historia, ya habían pasado más de treinta años del partido; pero igual se me ocurrió preguntarle a Martín si todavía guardaba ese tesoro. Con la misma parsimonia de aquel entonces me respondió: —Me parece que está en el campo de mi familia. Voy a averiguar.
Un mes después se apareció por mi casa con un pedazo de cuero gastado que parecía ser una pelota de rugby: —Mirá, Daniel, la encontré. Hace años que estaba en el campo. Parece que la usaban los peones para jugar al fútbol.
Se la pedí prestada por unos días para usarla en un capítulo de Leyendas y por supuesto accedió. Nos quedamos charlando un rato largo y luego bajé a despedirlo.
Cuandosubí, entré apurado al comedor que ya estaba en penumbras y me tropecé con el regalito que había traído Martín. Prendí la luz y cuando la vi ya no era una cosa gastada. No. Se había convertido en una brillante pelota de cuero marrón. Parecida a las Pintier de mi adolescencia pero de otra marca. La levanté con cuidado, con el respeto y la veneración que merecen los objetos sagrados, y en ese instante me pareció escuchar un murmullo creciente de multitud, como si fuera un estadio lleno cantando canciones que no conocía. En el medio de ese audio se mezclaba la voz de Nicanor gritando algo incomprensible. Cerré los ojos y volví a ver las cosas en blanco y negro. Jugadores corriendo por todos lados y yo en el medio. Hasta vi pasar como un rayo las patillas de Yipier. Apreté la pelota contra mi pecho y se me ocurrió pasarla. Me acomodé, giré y le grité: ¡Tomá, amigo, es tuya!
Pero el Gordo Falcón no estaba para recibirla. Se había ido hacía muchos años.
Daniel Dionisi
del libro “Leyendas del rugby”
SANZAAR 2026-2030
SANZAAR 2026-2030
SANZAAR 2026-2030