Amigos
Lo mas valioso que nos deja el rugby son las amistades que nacen y se consolidan para siempre. En este día en que celebramos la amistad un abrazo enorme a todos los queridos amigos del blog.
Va un relato del libro Leyendas del rugby que refleja ese enorme valor de nuestro deporte.
EL MEJOR PARTIDO DEL MUNDO
No hay estadísticas al respecto, pero seguramente entre los dieciocho y los veintiún años es el período de la vida de las personas que genera mayores deserciones en la práctica del rugby. El incremento en las obligaciones personales de trabajo y estudio es directamente proporcional al crecimiento de las responsabilidades en el deporte a partir de la posibilidad de integrar el plantel superior del club. Entonces la ecuación es simple. Mayor obligación personal, más mayor obligación rugbística, igual a mayor deserción. Son innumerables los jóvenes que dejan de jugaren esos años. Pero eso no significa abandonar el club, por eso también son muchos los que sin participar de los partidos dicen presente no solo los sábados sino también los días de entrenamiento, sobre todo los jueves. Es bien sabido que los grandes animadores de los asados post entrenamiento son los amigos que dejaron cuando se les venía la primera encima. Ese era el caso de casi toda la camada 65 de Curupayti. Pocos habían llegado a primera pero todos profesaban un amor incondicional al club. Y para no olvidar el olor del pasto organizaban un partido al año para juntarse y seguir disfrutando de la ovalada. Jugaban entre ellos o invitaban a amigos. Todos los años, el primer sábado de noviembre,se jugaba el partido, un verdadero test-match para ese grupo de curupas.
En 1999, Agustín Villar, destacado miembro de la camada, estaba radicado en Londres y esta vez no estaría presente en el partido anual. Sin embargo, existía un premio consuelo para él. El mismo día del partido, el 6 de noviembre, se jugaba la final del cuarto mundial de rugby en Gales. Los ojos del mundo estarían puestos en Cardiff, donde Australia y Francia definirían al nuevo campeón, y Agustín Villar ya tenía su ticket para ver el partido que todos querían ver, la final del mundial. ¿Te das cuenta, Tito? Voy a estar en el mejor partido del mundo. Villar hablaba asiduamente con su amigo Andrés Tito Tarría. Durante la semana previa a la final del 99, Villar y sus amigos de la 65 tuvieron muchos cruces telefónicos y de correo electrónico. El tema, por supuesto, era la gran final del mundo. Él siempre remataba las conversaciones diciendo ¿Te das cuenta? ¡El sábado voy a estar en el mejor partido del mundo! El entusiasmo de Agustín era realmente contagioso y su presencia en el gran partido fue el tema en el asado del jueves en Curupa. Alguno dijo: ¡Qué bueno lo de Agustín! ¡Está en el lugar justo en el momento indicado, cómo me gustaría estar ahí!”.
Finalmente llegó el día del partido. El plan organizado por la camada 65 de Curupayti consistía en juntarse en el club al mediodía para ver por tele la final y luego cambiarse para disfrutar de su partido anual. Las imágenes televisivas traían a John Eales y Tim Horan formados antes del gran evento. ¡Agustín me dijo que vio a los australianos y son enormes! gritó Tarría. Los treinta amigos miraron el partido, y cada vez que el televisor entregaba un plano de las tribunas, alguno gritaba: Mirá, ahí está Agustín!
La final del 99 fue un partido intenso pero los australianos sacaron claras diferencias. Bastante antes del final, el partido estaba definido y los curupas empezaron a pensar más en su propio test que en la final del mundo. Cuando terminó el partido de Cardiff, la mayoría corrió al vestuario a cambiarse para el encuentro de veteranos.
Ya precalentaban junto al quincho cuando alguien pegó el grito. ¿Y eso? En el estacionamiento había parado un auto que hacía más de un año que no se veía por el club; pero al que todos conocían. Era el auto de Agustín Villar. ¿Será el padre de Agustín?, llegó a decir Coco Fernández Ramallo. Los Villar eran viejos conocidos del club y no era raro que el padre de Agustín apareciera por Hurlingham.
Pero no era el padre. Con el bolso en la mano y la sonrisa estallándole en la cara el mismísimo Agustín Villar, el hombre al que todos suponían sentado en una platea del Millenium de Cardiff, bajó de su auto. En medio del griterío Villar se abrazó con su amigo Tito Tarría y le susurró al oído: ¿No te dije que hoy iba a estar en el mejor partido del mundo?
Del libro Leyendas del rugby de Daniel Dionisi
¡¡¡ Fantásticos Curupas !!!
Yankee
Excelente, gran camada de un gran club.
¡Emocionante!!
buen libro para leer !!!!
hermoso recuerdo !
santiago
Qué historia fantástica! Me imagino esas caras mezcla de tantas emociones y de no poder creerlo! Qué bien traida a esta querida casa virtual, llena de este tipo de “amigos fantasma”, que quién te ha visto y quién te ve, aparezcan en nuestras vidas, de carne y hueso, como Agustín aquel día. La amistad, qué difícil de definirla con palabras, qué pocas otras cosas pueden pasar de lo abstracto a lo concreto con tanta facilidad y felicidad!
Feliz día amigos virtuales!
Que algún día se aparezca en mi vida alguno de uds, así como Agustín a sus amigos aquel inolvidable 6 de noviembre!
Que suerte haber podido compartir cancha y lindos paridos versus no sólo con esa Linda camada de curupa, junto a otras con players como Gonzalo Jouan, qüinchy Rush, Mario Ledesma, Pedro Sporleder, balero cividanes , duncan forester, marcos bibolini, Walker, Areco, Toyos, Agustin y tato villar, plesky y otros tantos. Linda muy linda gente
Excelente historia refleja nada mas ni nada menos la esencia de nuestro deporte…
AZULGRANAS VIEJOS NO MAS!!!