Edu
Edu llegó no sé cómo a mi grupo de amigos. Fuimos al mismo colegio de primer grado a quinto año, pero nunca nos cruzamos; él fue al C en la primaria y al A en la secundaria, y yo siempre estuve en el B. Lo cierto es que tampoco sé en qué momento empezamos a compartir varios instantes de la post adolescencia. Un fuerte punto de encuentro significaron los campeonatos de la Podrida que durante años, años y años jugamos un grupo de 8 amigos (Boqui, Fernandito, Nazo, Flake, Mono, Tomy, Edu y yo) todos los domingos a la noche en el día que tocaba la fecha de la Fórmula 1. Grandulones, hacíamos todo-todo como la F1. Incluso, no éramos nosotros; nos poníamos los nombres de los pilotos de la época. Edu era Alan Jones, por ejemplo. Pero lo que nunca olvidaré de Edu es cómo fue protagonista de un mojón esencial en mi vida, tan esencial que es, en parte, el que me tiene escribiendo estas líneas. Voy a detallarlo.
Una mañana de un viernes de noviembre de 1978, con 20 años recién cumplidos y con apenas un primer año en el Círculo de la Prensa, me presenté a mi primer trabajo en el periodismo. A través de Ezequiel, sí amigo mío de toda la vida, también del colegio, fui con su recomendación a la agencia Noticias Argentinas (NA). No importan mucho los detalles en este texto que estoy escribiendo (fui de traje y me barajaron con un “pibe, ésto no es un banco”), pero lo cierto es que no anduve en la prueba de escribir un texto, aunque el jefe de deportes, el Negro Paillet, me habrá visto alguna cualidad, por lo que al irme, al mediodía, me dijo: “Quizá te llame para que vayas a hacer alguna nota”. Pensé que era un cumplido.
A las 5 de la tarde sonó el teléfono en la casa de mis viejos. Mi madre atendió y me llamó: “Es de una agencia”. Del otro lado del aparato estaba el Negro Paillet. “Hoy llega el Deportivo Cali. ¿Podés ir hasta el hotel Los Dos Chinos y pasarnos por teléfono todo la información? Tratá de hablar con todos”, me dijo el querido Negro. “Claro”, le respondí. No bien corté recordé que esa noche, Edu y su novia de entonces me iban a presentar una chica. No llegaba. El hotel quedaba en Constitución, no tenía auto y en esa época no se salía más tarde que las 9 de la noche. Lo llamé e Edu y le pedí que me hiciera el favor de pasarme a buscar por el hotel. Le expliqué la situación y me respondió: “Quedate tranquilo, vamos a buscarte allí”.
Llegué al hotel a las 7 y el plantel del Deportivo Cali, que jugaba la final de la Libertadores con Boca, estaba desempacando. Recuerdo que la vergüenza me invadía y que no sabía cómo encarar a los jugadores, a los que conocía por fotos y por la tele. Pero me apuraba el encuentro con la chica que me iba a presentar Edu, así que me largué. En algo más de una hora entrevisté a casi todos y lo paré a Carlos Bilardo, que era el DT y se estaba yendo a una nota en Telenoche. “No puedo, pibe. Esperame y hablamos después”, me dijo. “Son dos preguntas, nomás, tengo que mandar todo porque es una agencia de noticias”, le rematé. Mentira; el tema era que Edu llegaba a las 9. Bilardo se quedó hablando conmigo.
A las 8.30 corrí en busca de un teléfono y pasé toda la información a la agencia. Me tomó Mario Strin, quien me dijo: “Muy bien, pibe, te felicito. Hiciste todo muy rápido y bien”. Cuando salí, Edu llegaba con su novia y la chica que me presentaba. Subí al auto feliz y creo que no hice otra cosa que hablar de mi hazaña reciente, que, ahora que lo pienso, a la chica le resbaló por completo. A ella nunca más la volví a ver después de esa noche (aunque debería buscarla para contarle esto), pero al otro día, el sábado, me llamaron de la agencia para que siga por todos lados al Deportivo Cali durante toda su estadía en la Argentina. Al poco tiempo era redactor y así fue cómo comenzó mi carrera en el periodismo, gracias a correr por una mujer (correr por mujeres o por una mujer, acto constante en mi vida) y, fundamentalmente, gracias a que Edu, solidario con la causa, me fue a buscar al hotel en Constitución.
Edu murió esta mañana. Siento una profunda pena y hago lo mejor que sé hacer: escribir. Un cáncer de mierda se lo llevó en un mes. Nos habíamos perdido en estos últimos años, sobre todo porque él, ingeniero brillante, anduvo de un lado para el otro (Colombia, Estados Unidos). Un domingo de diciembre último, después del entierro del Yuso, otro amigo, me fui a verlo al sanatorio. Quise contarle esto que no sé si se lo conté alguna vez, pero entre la charla y la angustia de no haberlo visto bien, se me pasó.
Por las vueltas increíbles que tiene la vida, Mati, el penúltimo de los seis hijos de Edu, está estudiando periodismo deportivo en mi escuela. Ayer, sin saber que todo iba a pasar tan rápido, le escribí a la madre: “Dejámelo a mi”.
Te debo una grande, Edu.
JB
Querido Jorge, un abrazo, es tan triste perder un amigo
un beso
Cecilia
Que buena anécdota y en que lugar precioso de tus recuerdos habita Edu. Ese espacio que construyeron ambos no se los puede quitar nadie jamás.
Como dice una letra del Indio Solari “nadie es capaz de matarte en mi alma”.
Abrazo grande
SD
Gracias, Ceci y Serge. ¡Qué buena frase del Indio y cuan cierta!
Besos y abrazos
JB
Abrazo Jorge! todos le debemos una a un amigo y en estos casos lamentablemente la vida nos da la oportunidad de devolvérsela
No alivia el dolor pero ayuda , te lo aseguro
amigo es una palabra que se escribe DESDE la historia del corazón… abrazo querido…
Abrazo de foward. Duele perder un amigo!!!
Qué historia linda para homenajeado. Un beso grande Jorge.
Corina
querido Jorge, por una parte cuánto me gustaría que cada historia que contas de tus amigos que salen de gira no fuera verdad, sólo historias..por la otra escribis de una manera que me llega mucho.
abrazo
Un abrazo Jorge, somos privilegiados de que nos abras tu corazon….
Slds.
El auto en el que te buscó……era ese Renault Gordini al que alguna vez lavamos gratis desde un tercer piso con la complicidad de una madre que colaboró en el armado del balde con agua y detergente?…
Yo a Edu le debo en una parte importante mi ingreso al ITBA en el año 76….Nos preparamos juntos durante el verano y con mucha paciencia me enseño a estudiar matemáticas y a resolver la infinidad de ejercicios que hacíamos….Vaya para él el mejor de los recuerdos.
sera que me estoy poniendo viejo pero tu pluma me hace llorar hasta en la cola para renovar la licencia de conducir !!!
por que no empezas a escribir ensayos acerca de la amistad ???
lectores mas quw agradecidos !
santiago
Tío JB, disculpas.
No tiene que ver con tu momento pero, casualmente, hace una semana se murió Bibi (Osvaldo) Bernacchi.
Ex Puma, jugador de Pucara y Curupa y un áspero y apasionado hombre de rugby.
Conversaba con él en Gatic, bella cueva de personajes del nuestro y otros deportes. Guardo de Bibi -gran observador del juego y sus jugadores- experiencia y buenos recuerdos.
Saludos a los veteranos que lo conocieron y supieron apartar un ladrillo de su sólida pared (Another Brick In The Wall) para ganar vitales momentos del rugby y la vida.
Un Abzo Tío. Piti.
Gran nota, muy buena!
Que tristeza, Jorge… Te mando un fuerte abrazo. Fuerza.
QEPD, mi más sentido pésame, Jorge. Abrazo y gracias por compartir tu dolor con nosotros. Tus palabras nos engrandecen el alma.
PD: es increible cómo escribiendo un epitafio conseguís hacer una celebración de la vida.
Piti, tengo un gran recuerdo de Bernacchi, que además de haber sido jugador y dirigente, fue un árbitro ecuánime, respetado y respetuoso. QEPD.
Un abrazo Jorge y gracias por compartirlo con tan lindo relato.
Pucha Jorge, ando llorisqueando por estos pagos.
Abrazo grande
Jorge, te sale mejor esto que el periodismo deportivo. Y lo digo como elogio. Manejas muy bien lo emotivo. Sera la edad que nos va poniendo sensibles…Un abrazo
Excelente relato escrito. Muchas cosas lindas que no sabía de Eduardo. Hoy estuve en su responso. Dese que me enteré de su enfermedad solo rece, le lleve libros, lindas palabras, gente amiga que había salido airosa de esta maldita enfermedad para ayudarlo desde todo mi arsenal de batalla. Últimamente las comunicaciones eran más esporadicas y ya notaba que Eduardo me “autorizaba” a que mis amigos recen y lo apoyen y sepan de su situación como quieran y puedan. Eso evidenció que en un principio se banco la batalla solo y luego se vio acorralado ya con neumonía y sin posibilidad de quimio. Hoy lo despedí y rece mucho para que descanse en paz. Abracé y me abrace fuerte con sus hijos, sobre todo con Mstias (más conocido en el Barrio Como Houston) una piedra !!! Como Eduardo, no se le piantaron más que un par de lagrimas. Me siento en Paz con lo que hice. Algo defraudado o frustrado como suele ocurrir en estos casos que uno no termina de aceptar la verdad, la realidad. La muerte es parte de la vida. Es el final de una etapa, seguramente en el caso de Eduardo como es tan Buen tipo, tan justiciero, tan excelente profesional Dios lo quería para algo mejor en otro lado. No seamos egoístas y recemos para que viene alto. Con todo lo que sabe de ingeniería y lo cabeza dura que es pronto va a construir algo para que allá en el “horno se encontremo’ más cómodos” Todos en algún momento lo visitaremos antes o después. Deseémosle un buen viaje y fuerza a la familia para soportar este dolor temporario. Última cosa y no creo en las casualidades. En medio de esta batalla infernal que Edu libro con estoicismo, además de seguir reuniéndose en la Comisión del Club del barrio donde vivo y de la que soy miembro no me percaté de algo que me daba N.L. vueltas en la cabeza pero hoy termine de confirmar. Eduardo se banco este tema como todo un hombre pasó las fiestas en familia saludo a todos y como cierre se fue al Cielo justo a un año de que su mama viajó también al mismo lugar. Alguien cree en las casualidades?? Saludos!!! Recemos por su pronta Elevación!!!
Un abrazo grande Jorge!
CUANDO UN AMIGO SE VA DEJA UN ESPACIO VACIO……….