Crecer
Un par de crónicas volcadas en estos días en este blog han servido, gracias al siempre valioso aporte de los comentarios de los lectores, para intentar ir un poco más allá en el análisis de la simple noticia y de las distintas interpretaciones que generalmente tienen los números.
El post Contagio, en el que se señala una realidad tangible fruto del boom que generaron Los Pumas en el último Mundial, muestra precisamente eso: una realidad, que no puede, como en ningún caso, circunscribirse sólo a eso. Que haya más jugadores no significa que el rugby argentino haya crecido a nivel global. Sí que creció en ese aspecto.
Viva el Rugby plantea interrogantes alrededor de esas cifras que marcan esa realidad y sostiene, con criterio, que ese crecimiento no se corresponde con otros vitales para la práctica del rugby, como, por ejemplo, que los árbitros siguen sin alcanzar para dirigir todos los partidos que hay en un fin de semana y que tampoco existen tantas canchas -en muchísimos clubes hay una y media- como para albergar esos números.
La nota publicada por la revista La Final no incluye cifras de infantiles, donde el crecimiento es muchísimo más ostensible. La mayoría de los clubes se han visto desbordados a comienzos de la temporada y es ahí donde Cecilia marca, también en otro comentario, una realidad de este crecimiento poniendo como ejemplo lo que ocurre en el SIC, aunque lo mismo pasa en varios otros clubes.
La realidad indica que los clubes de Buenos Aires aún no están capacitados para absorber tantos chicos y que la actividad infantil de los sábados muestra coyunturas que necesitan de un análisis un poco más riguroso y organizado.
SIC, CASI, Alumni o Newman -por poner quizá los cuatro ejemplos más visibles- pueden llegar a formar hasta tres equipos por división, lo que significa que para armar un sábado tengan que enfrentar a dos y hasta tres clubes para que ninguno de esos chicos se quede sin jugar. En la misma sintonía, los clubes que tienen menos jugadores también tienen inconvenientes para encontrar rivales y son los que más problemas encuentran cuando se disputan las fechas URBA: o juegan poco o juegan todo el día sin descanso.
Comprendiendo esta situación, la URBA lanzó una campaña, bajo el carisma de Agustín Pichot, para que la gente que se acerque al rugby busque un club según su ubicación geográfica. Pero los datos a primera vista -no rubricados en cifras concretas- indican que los chicos nuevos optaron a un club por su trascedencia y no por su cercanía.
Es difícil, ante este panorama, encontrarle una solución, pero sin dudas habrá que prestarle mucha atención a lo que pasa con los chicos, que son tan importantes como ver dónde se va a jugar la definición del URBA Top 14.
Precisamente las finales del torneo significaron otro tema interesante para analizar y que también tiene que ver con cómo se mide el crecimiento. Está claro que si el certámen de Buenos Aires se jugara a la vieja usanza -todos contra todos en dos ruedas- hoy no estaríamos polemizando sobre si está bien o no el escenario elegido o si un equipo es beneficiado o no por jugar esa instancia de local.
La URBA ha decidido mantener este formato -que también cuenta con el aval de la televisión, sostén principal del rugby porteño- porque, vale recalcarlo, es el que siguen votando los clubes, aunque algunos digan por lo bajo que prefieren otro sistema. Pero también es cierto que cuando se impuso el método de semifinales y final no existía ni la cantidad de espectadores ni el contagio mediático que tiene hoy el rugby argentino.
Al no haber un estadio de rugby y al querer jugar en un club de rugby, las posibilidades de encontrarle un escenario a estos partidos se transforma en una búsqueda sin muchos caminos. Y la realidad indica que si bien desde hace un buen tiempo se conocía esta situación, la confirmación del CASI llegó recién a tres fechas del final de la zona campeonato. O sea, a tres semanas de las semifinales.
Los tiempos también son distintos en otros aspectos. No era lo mismo jugar un día de semana a la noche hace 8 años que ahora. Los jugadores argentinos, vale remarcarlo, siguen siendo amateurs. O sea, además de jugar al rugby trabajan y estudian. Más que la localía, la ventaja estará del lado del que disponga de más facilidades para ordenar el resto de sus actividades. Eso se ve en el torneo: están arriba los que le dedican al rugby todos los días de la semana.
De todos modos, el tema del escenario parece estar más en discusión para el público. Una encuesta de ayer en Clarin.com muestra que casi todos los jugadores del Top 14 no tienen inconvenientes en que se juegue en el CASI. Y también estuvieron de acuerdo los clubes a la hora de votar. Seamos sinceros: si se hubiese elegido La Plata -el otro postulado-, hubiesen hecho cola para decir que el poder de la URBA se maneja desde esa ciudad, teniendo en cuenta que los dos últimos presidentes (Jorge Cafasso y el actual, Néstor Galán) pertenecen a clubes platenses.
Está claro que este tipo de decisiones nunca pueden conformar a todos, pero sería interesante que la URBA, por ejemplo, arranque el 2009 ya con el escenario de las semifinales definido.
Quedan otros temas para el debate. Uno para finalizar y dejarlo picando: Alejandro Conti, entrenador de Belgrano, dijo hace algunos días: “Las nuevas reglas están pensadas para jugadores profesionales y acá los jugadores siguen siendo amateurs”.
SANZAAR 2026-2030
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