Port Elizabeth 2003
En aquel junio del 2003, Sudáfrica estaba cumpliendo una década del fin del brutal régimen de segregación racial, más conocido como apartheid. La bella Port Elizabeth, enclavada frente al Oceano Indico y una de las pocas ciudades de ese país sin una inmensa mayoría negra, evidenciaba algunas señales del cambio y el Municipio acaba de ser rebautizado como Nelson Mandela. Allí llegaron Los Pumas en la última gran escala rumbo al Mundial de Australia. Y el sábado 28, ante 30 mil fanáticos que colmaron el Telkom Park, estuvieron como nunca a punto de batir a los poderosos Springboks. Apoyaron más tries que su rival (3 contra 2) y ganaban 25-16 cuando el reloj ya había marcado 80 minutos. Pero se jugaron ocho más y ahí, con un penal del apertura Louis Koen en la acción final, los Boks terminaron arriba por 26-25.
En esa tarde soleada, Los Pumas ensayaron un rugby que fue el que intentaron hacer cuatro años más tarde en las semifinales del Mundial 2007. Atacaron a un equipo que, claro, era mucho menos poderoso que el que logró el título en Francia, y lo tuvieron contra las cuerdas en todo momento. Con varias actuaciones descollantes, como Felipe Contepomi (designado The Man of the Match), José María Nuñez Piossek, Mario Ledesma, Patricio Albacete (que ingresó por Ignacio Fernández Lobbe), Rolando Martin, Roberto Grau y un pibe que un par de semanas antes ya había mostrado su talento contra los franceses, en Buenos Aires: Juan Martín Hernández.
Hubo un try espectacular de Felipe (el que mostramos en este blog el sábado pasado), otro del tucumano Nuñez Piossek y uno más que Juani apoyó bajo los palos. Y otro más del mellizo que el árbitro galés Nigel Williams, actor protagónico del test, anuló a instancias del juez de touch inglés David Pearson, quien señaló a Rimas Alvarez como el responsable de unos manotazos intercambiados con el capitán de los Boks, Croné Krige, muchísimos segundos antes.
Con el resultado 25-16 en tiempo cumplido, los Springboks se jugaron el resto y el entrenador Rudolf Straeuli acertó con el ingreso de Brent Russell. El back rubio armó un descalabro en la defensa argentina y acortó la distancia con un try en 3 minutos de descuento. Y ahí apareció Williams. Le marcó a Nicolás Fernández Miranda que un scrum era la última pelota, pero no fue así. Ignoró una clara infracción de los Boks y llevó el reloj hasta que Koen les devolvió el alma a los miles de sudafricanos vestidos de verde y con varias cervezas encima. Los pocos argentinos presentes nos mirábamos sabiendo que habíamos estado a nada de presenciar un hecho histórico.
Había que verle la bronca a los jugadores y a Marcelo Loffreda en el vestuario y cómo Williams pasó entre muchos de nosotros mirando al piso. Recuerdo a Diego Albanese, quien en medio del dolor, resaltaba que “estoy seguro que tipos como Juancito Hernández van a poder ganarle a los Springboks en el futuro”.
Fue, aquel del 2003, un viaje de 10 días que antes dejó, en Wellington, otro hecho que merece destacarse: el empate en 30 entre Argentina A y Sudáfrica A, con un penal agónico de Manasa Fernández Miranda. Fue, al cabo, la única vez que un seleccionado mayor argentino no perdió con uno sudafricano.
Y quizá como un presagio de lo que iba a suceder un par de días más tarde, varios de Los Pumas se encontraron con una enorme sorpresa cuando regresaron del entrenamiento a sus habitaciones del lujoso hotel Protea Marine, separado del Indico por apenas una avenida: los habían robado.
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Pochola eterno
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