Falta menos de un mes para uno de los compromisos más trascendentes en la rica vida de Los Pumas pues el 23 de mayo enfrentarán por primera vez a los British&Irish Lions, el combinado que reúne a los mejores de Inglaterra, Irlanda, Escocia y Gales. El escenario, el imponente Millennium de Cardiff, estará colmado, ya que las entradas se agotaron hace un buen tiempo para despedir a las figuras que iniciarán inmediatamente una gira por Nueva Zelanda. ¿Con qué plantel irán los argentinos a semejante compromiso? Todo parece indicar que, al igual que contra los Springboks a fines del año pasado, no podrán estar la mayoría de los titulares que actúan en el exterior. Las fases finales de las competencias europeas, además de la cada vez más complicada relación con los clubes franceses, ofrecen un panorama complicadísimo.

El rugby argentino, se sabe, se encuentra en diferencia numérica de acuerdo al mapa que ofrece desde hace varios años el poder del rugby mundial. El test del sábado ante Japón sirvió para observar algunos aspectos para tener en cuenta esta realidad. Por ejemplo, la cancha de Buenos Aires no estuvo plagada de carteles de patrocinantes como ocurría hasta antes del Mundial de 2003. Y el clima, más allá del poco atractivo que representan los japoneses, se pareció al de hace muchísimo tiempo, como si se jugara de entrecasa.

Otra cuestión es que Los Pumas, sin sus titulares, están muy lejos de las potencias. Y, si como anunció Marcelo Loffreda, la base para Cardiff será la que enfrentó a Japón, el resultado puede llegar a ser aún más abultado que el sufrido contra los sudafricanos. Porque las diferencias son enormes, tantas como las que hay entre los que juegan en el exterior y los que lo hacen aquí.

El tema es que una derrota categórica puede entorpecer aún más las intenciones argentinas de acomodarse en el plano internacional. Entonces, el riesgo es tan grande como el gustito de salir a enfrentar a las estrellas británicas e irlandesas en semejante escenario.

En cuanto al juego en sí, el rugby argentino tampoco puede darse los lujos de las potencias como para probar entre Mundial y Mundial. Está claro que Loffreda y compañía vienen intentando después de Australia 2003 un esquema con más dinámica y variantes por afuera, y eso es saludable con vistas a Francia 2007. La cuestión es si el sistema que impera en el mundo del rugby no se termina devorando cualquier proyecto.