Woody Allen y el Championship
Mickey (Woody Allen) es un hipocondríaco desmesurado que, a partir de un dolor de cabeza y una leve pérdida auditiva, está convencido de que un tumor maligno se aloja en su cerebro y sus horas están contadas. Se somete a distintos análisis y su percepción (y su hipocondría) se acelera en el instante que está por recibir los resultados. Se siente abatido e imagina lo peor. Sin embargo, cuando realmente aparece el médico, le comunica que los estudios indican que no tiene absolutamente nada. Mickey corre feliz por las calles de New York celebrando que le espera una larga vida, pero su alegría dura poco. De pronto se frena en seco y los fantasmas de sus pensamientos vuelven a cercarlo. No tiene cáncer pero pudo tenerlo. No le llegará la muerte ahora pero algún día, fatal e inexorablemente, eso sucederá. La oscuridad vuelve a abrumar a Mickey.
Vale la pena ver la escena de Hanna y sus hermanas. Para disfrutar de un gran momento del cine de Woody Allen y para encontrar en esos tres minutos una buena metáfora de lo que sucede en el rugby argentino con el incierto ida y vuelta que rodea al, hoy confirmado, Rugby Championship 2020.
Todos esperábamos la realización del torneo. La Unión porque necesita ingresos para mejorar su economía maltrecha, los jugadores porque seguramente desean fervientemente jugar, competir, ponerse la camiseta, sentirse Pumas en el lugar que corresponde, el verde césped, y claro, los fanáticos del juego porque ya estamos hartos de ver partidos de otros en canchas vacías. Muy divertido ver al Norte contra el Sur, muy lindos los tries tan claros y limpios de los jugadores neozelandeses, pero necesitamos urgente la adrenalina que solo sentimos cuando compiten los nuestros. O no se festeja mas un try de maul bien desprolijo de Los Pumas que la mejor jugada de Damian McKenzie?
Anoche terminó el suspenso y se confirmó la realización del Rugby Championship 2020. Durante seis semanas vamos a disfrutar, aunque sea por TV, de ver a Los Pumas jugando con los mejores. Seguramente, como Woody “Mickey” Allen, los amantes del rugby en Argentina celebramos la resolución satisfactoria del tema pero también, de golpe, los fantasmas nos invadieron. Que se rompió la burbuja sanitaria, que hay poco tiempo de preparación, que ellos vienen compitiendo hace rato, que solo sirve ir proyectando a largo plazo para llegar bien al mundial 2023. Jugarán los de Europa? y si no juegan podemos ir con un equipo sin las figuras? Nos vamos a comer un carro!.
Hace seis meses que no vemos a un equipo argentino compitiendo, hace casi un año que no vemos a Los Pumas y hasta hace un par de días era muy factible que no los viéramos hasta el año que viene. No será mas saludable disponernos a disfrutar de lo que viene en lugar de permitir que los malos augurios estropeen la expectativa?
Por supuesto que es valioso analizar las circunstancias y ayudar a que el seleccionado llegue con la mejor preparación posible, pero no dejemos que ese análisis le ponga sombra a la alegría de saber que en un par de meses vamos a disfrutar del mejor rugby. No olvidemos que en el contexto que nos rodea será una bendición emocionarnos con Los Pumas en este año de Pandemia.
Porque, seamos sinceros, aunque lleguen mal preparados, aunque falten algunas de las figuras, aunque del otro lado se paren las grandes estrellas, en la madrugada del siete de noviembre estaremos todos sentados frente al televisor ilusionados con otro triunfo glorioso de nuestros Pumas.
Por esta vez no seamos como Mickey y disfrutemos del momento. Después de tantas malas, lo necesitamos.
Daniel Dionisi
(Mis disculpas por la primera persona del plural)
Boks
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