Hegemonía
Crusaders mantiene su hegemonía en el hemisferio sur y en Nueva Zelanda. Un equipo que está marcando una época en su país y a pesar de los cambios se mantiene en lo más alto. Destacamos cinco claves del campeón del Super Rugby Aotearoa.
Supieron readaptar su estilo
En los últimos años pudimos ver un pack dominante, que empujaba al equipo para terminar llevándose los partidos. Pero en 2019 dejaron la franquicia varios pesos pesados: Kieran Read, Matt Todd, Jordan Taufua y Owen Franks. Sam Whitelock también se iba a perder este 2020, pero luego de las suspensión de la Liga de Japón decidió volver a jugar este torneo en el que Crusaders no pudo contar con Scott Barrett, actual capitán y uno de los puntos más altos en las últimas temporadas. Con este panorama el equipo de Christchurch supo readaptarse y modificar levemente su estilo. Con jugadores jóvenes y otros que venían teniendo poco rodaje, el pack de forwards se plantó en todas las fechas pero no logró ejercer esa supremacía que solíamos ver. Los backs asumieron este rol protagónico , marcaron una diferencia enorme y destrabaron varios encuentros cerrados con tries espectaculares. 22 de las 27 conquistas del equipo fueron anotadas por backs y casi todas fueron abriendo la cancha y rompiendo por afuera. Richie Mo´unga comandó esta línea de backs en la que también sobresalió Will Jordan, jugador que se consagró como figura con varios partidos en un nivel altísimo. A falta de una fecha el joven fullback lidera el torneo en tries (6), quiebres (15), tackles superados (39), metros (729) y offloads (9). Un salto de calidad enorme para un jugador que tiene un inevitable futuro en los All Blacks. Lo de los wines también fue genial. George Bridge y Sevu Reece están constantemente buscándose juego y durante todo el torneo marcaron mucha diferencia. No son sólo definidores sino que se involucran en la gestión del juego y generalmente rompen el primer tackle. Jack Goodhue tuvo algún que otro encuentro por debajo de su nivel, pero volvió a mostrar que es un centro de clase mundial. Una mezcla de inteligencia y potencia que puede cubrir bien los dos puestos en el centro de la cancha. Braydon Ennor, que tuvo algunas semanas afuera de las canchas apoyó el try que terminó sentenciando la historia de hoy. Se adaptó bien a un puesto siempre difícil como el del 13. Mención también para David Havili, el polifuncional back que se perdió el último tramo del torneo, pero los encuentros que estuvo en cancha mostró porque es un jugador distinto. Además, hubo un interesante nivel de los dos medioscrums. Bryn Hall arrancó en cinco de las siete fechas, pero Mitchell Drummond tuvo una gran influencia como finalizador, agilizando el juego y aportando nuevos aires en los últimos minutos de los partidos, en los cuales Crusaders fue letal. Algunos de estos 22 tries que apoyaron los backs empezaron a gestarse de atrás de mitad de cancha. Los jugadores suelen jugar con lo que hay enfrente y tienen las herramientas para tomar riesgos cada vez que el rival está desconectado o pierde la posesión.
El nivel de Mo´unga
Richie Mo´unga, genio y figura de este equipo de Crusaders. Foto: @CrusadersRugby
Richie Mo´unga definitivamente es un fenómeno y está atravesando el mejor momento de su carrera. Se hizo dueño del equipo y maneja todo a su antojo. “Todo entrenador necesita un gran mariscal de campo y yo ciertamente tengo uno ahí. Es un Crusader extremadamente orgulloso y está jugando así”, manifestó el head coach Scott Robertson en la previa del partido de hoy. Su influencia en el Super Rugby Aotearoa fue notable, no sólo por ser el goleador del torneo, sino por como genera juego y se anima a tomar decisiones. La manera en que levantó al equipo frente a Blues es una muestra de ello. A los 26 años está jugando su quinta temporada de Super Rugby y en cuatro de ellas se consagró campeón, siendo determinante en casi todas. Así como ha habido un histórico debate entre Aaron Smith y TJ Perenara para llevar la 9 de los All Blacks, Mo´unga ya tiene pergaminos y argumentos para pelearle la 10 a Beauden Barrett o en su defecto mandarlo al fondo de la cancha como sucedió en la última Copa del Mundo. Esos jugadores que da gusto ver jugar y siempre dan un poco más.
Los partidos duran 80 minutos
Una frase hecha en el rugby, que Crusaders se las recuerda a cada rival que enfrenta. Hay una estadística que es letal: 13 de los 27 tries que apoyó en el torneo fueron en los últimos 20 minutos. Es decir, casi la mitad. Chiefs, con cinco, es el segundo en la tabla en conquistas después del minuto 60´. Está claro que el rugby es cada vez más un juego de 23 jugadores y Scott Robertson maneja eso a la perfección. Por eso no es una sorpresa ver a una figura como Will Jordan como reserva en el partido más importante del torneo, frente a Blues, y que luego ingrese en el tramo final y apoye el try del triunfo. Tampoco es desbocado ver a Luke Romano, un segunda línea experimentado con recorrido internacional, ingresar siempre en los segundos tiempos ni tampoco ver a Mitchell Drummond marcando la diferencia en el complemento con su dinámica. Robertson encontró un interesante equilibrio para que Creusaders sea competitivo durante los 80 minutos y eso volvió a ser clave para la obtención del título.
Estructura y recambio
Otro de los puntos destacados de Crusaders es lo poco que le pesaron las bajas que tuvo de una temporada a otra. En otro párrafo mencionábamos los forwards que se fueron en 2019 y se podría agregar a un back importante como Ryan Crotty, y Ronan O´Gara, integrante del staff. Además de tener la mejor academia de rugby de Nueva Zelanda, los entrenadores saben respetar los tiempos de los jugadores y darle su lugar y su rol en el equipo. Así es como aparecieron Tom Christie y Cullen Grace, dos chicos que debutaron esta temporada y juegan con una soltura y una confianza que parece que están en el plantel hace cinco años. Este último, de sólo 20 años se terminó lesionando pero lo que mostró en cancha seguramente lo hará estar en el radar de los All Blacks en un futuro cercano. Otros que ya venían teniendo minutos se terminaron de afianzar y se transformaron en jugadores protagonistas como pueden ser Michael Ala’alatoa, Will Jordan, Whetu Douglas y Braydon Ennor. Con un sistema aceitado, formaciones fijas muy fuertes (sacaron el 100% de los scrums propios) y la confianza que trasmite el entrenador, Crusaders logró reinventarse después de la salida de varios referentes y se las arregla para mantenerse en lo más alto. El siguiente punto también es importante para que esto funcione.
Liderazgo
No son muchos los que mejoran su juego con la capitanía. Ser el capitán genera una responsabilidad extra, estar encima de los compañeros, ser una especie de nexo entre el staff y los jugadores, estar en los detalles y siempre dar el ejemplo. Este combo a veces hace que el rendimiento del capitán caiga, en pos del equipo. Sin embargo, con Codie Taylor fue todo lo contrario. Después de la larga lesión de Scott Barrett, el hooker asumió la capitanía en este Super Rugby Aotearoa y su nivel fue espectacular y mejoró lo que venía mostrando. Además de ser el que más tackleó en el equipo (64), tomó mucho más protagonismo en ofensiva, poniendo adelante a su equipo y corriendo prácticamente como un tercera línea. Un hooker sólido en las formaciones fijas que en 2018 se hizo su lugar con la camiseta número 2 de los All Blacks y el año pasado terminó jugando después de varios años de Dane Coles como hooker titular. Con 29 años levantó aún más su nivel y fue una de las grandes figuras en el Super Rugby Aotearoa. Mención especial para otro gran líder del campeón: Sam Whitelock. El segunda línea es un genio. Como jugador trabaja incansablemente tanto en ataque como en defensa. Como referente inspira tranquilidad y confianza. Su vuelta de Japón fue decisiva para sobresalir en un pack joven que necesitaba un jugador de esas características. Los anteriores tres títulos de Crusaders lo habían tenido a él como capitán y ahora se ubicó detrás de Taylor para empujar desde otro lado. Y que decir de Scott Robertson, el enorme entrenador que tiene la franquicia de Christchurch. Llegó en 2017, cuando el equipo cosechaba ocho temporadas sin títulos. En cuatro años ganó cuatro campeonatos marcando una hegemonía sin precedentes en el hemisferio sur. Se suele decir que todos los entrenadores pierden más de lo que ganan. Pero lo de Robertson es tremendo y rompe con esta regla. Desde que empezó en Canterbury como asistente, hace 12 años, dirigió 17 torneos completos. En total ganó 15 de ellos. Sólo no salió campeón en el Mundial M20 2016 con los Baby Blacks y en la Mitre 10 Cup 2014 con Canterbury. Esta vez no hubo baile, porque el entrenador ya tiene en la cabeza a Blues: “Es una situación única, en la que ganas la competencia antes de que termine. Todavía tenemos trabajo por hacer”. Mentalidad 100% ganadora.
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Cartelera
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