Sueños
Comienza a definirse un estupendo 6 Naciones, con partidos determinantes. Hoy, a partir de las 17:05, abrirán la fecha en el Principality Stadium Gales e Irlanda. Ambos tendrán presiones: El trébol necesita un triunfo para seguir con chances en la última sin depender de nadie, mientras que el local, de perder, quedaría complicado para mantenerse entre los primeros 8 equipos del ranking, de cara al sorteo del Mundial de Japón (con un triunfo irlandés, los Pumas quedarían muy cerca de finalizar entre los 8 mejores).
El sábado (10:30 de Argentina) Italia recibirá a Francia, mientras que el plato fuerte será a las 13.00, con el duelo trascendental entre Inglaterra y Escocia. El Cardo, de gran actualidad, buscará un triunfo en Twickenham luego de 34 años. A propósito de este encuentro clave, Ricardo Sabanes escribió este gran texto:
SUEÑOS DE TRIPLE CORONA
Ya no se conjuran los clanes para vengar Culloden ni quedan Tudors que reclamen el trono ocupado por los Estuardo.
Ahora el campo donde se dirime el enfrentamiento con el Auld Enemy tiene las medidas homologadas por la WR (el partido anual de fútbol asociación fue cancelado tiempo después de 1977 cuando una horda de escoceses bien hidratados destruyó los arcos de Wembley para celebrar la victoria 2 a 1).
El partido más antiguo del rugby internacional se repetirá el sábado en Twickenham. Inglaterra y Escocia se han enfrentado 134 veces desde 1871, cuando veinte jugadores del Cardo vencieron a veinte de la Rosa por un goal en Raeburn Place, Edimburgo. Esa tarde Escocia apoyó dos “tries at goal” (intentos a gol) y convirtió uno, mientras que Inglaterra apoyó un try y no lo convirtió.
La máxima expresión del enfrentamiento tuvo lugar en 1990 en Murrayfield. Están en juego la Triple Corona, la Calcutta Cup, el Grand Slam y el Cinco Naciones. El ganador se lleva todo. La Inglaterra de Will Carling, Jeremy Guscott y Brian Moore (golden boys de la banca, de agencias de bolsa y de los estudios de abogados de Londres) es la encarnación misma de la Gran Bretaña de Margaret Thatcher: gritona, brutal y conquistadora. Escocia representa a los perdedores, ciudadanos de segunda en un país que se ha convertido en el campo de prueba del Poll Tax de Margaret Thatcher, un impuesto injusto y gravoso con quienes menos tienen, que obliga al pago de un importe igual a cada ciudadano con independencia de su renta o cualquier otra circunstancia personal o social. La desocupación se ensaña con Bonnie Scotland (como antes la hambruna causada por los Clearances –expulsión de campesinos pobres de sus casas en el siglo XIX–). Quince hombres de camisetas azules están planeando la caída de los opresores ingleses. En Escocia el nacionalismo crece junto al resentimiento, son permanentes las referencias a la batalla de Bannockburn en la que Robert the Bruce derrotó al ejército inglés de Eduardo II en 1314, y lo que suceda en el estadio resonará mucho más allá del partido…
Como de costumbre esa tarde los ingleses entran a la cancha a la carrera sacando pecho, ensayan pases y kicks perfectos y posan para las fotos que les sacan sus mujeres y novias mientras desoyen los abucheos locales… pero para sorpresa de las cincuenta mil almas que colman el estadio, el capitán de Escocia, David Sole, entra a la cancha caminando con la pelota en la mano (como Aitor Otaño en Ellis Park), seguido por su equipo en fila. “Quiero enviarles un mensaje a los ingleses cuando salgamos a la cancha”, les había dicho Sole a los referentes del plantel. “Vamos a salir caminando”. “¿Caminando?” preguntó Gavin Hastings. “Sí, caminando” afirmó el capitán, para continuar: “Todos los equipos salen corriendo a la cancha. Inglaterra habrá corrido antes que nosotros, el público estará esperando que hagamos lo mismo, pero vamos a caminar. Bien despacio, en fila, como un ejército que va a la guerra: ‘Este es nuestro país, este es nuestro pueblo, y vamos a pelear’. Nuestra gente nos verá y lo amarán, los ingleses nos verán y pensarán: ‘Cristo, no me gusta cómo se ve esto’ en medio de un ruido ensordecedor. Vamos a caminar, muchachos.”
La aclamación inicial se silencia por unos segundos para explotar en un bramido colosal, mientras Scott Hastings recuerda las palabras de Jim Telfer cuando entrega las camisetas la tarde anterior: “Su camiseta está aquí, no la toquen hasta que estén listos para aceptar la responsabilidad que viene con ella. Tomen una, miren el número en la espalda y dénsela al hombre al que le pertenece, deséenle suerte y comprométanse”.
El protocolo pre-partido se inicia con la entonación de God Save the Queen, que hasta el año anterior era cantado por los dos equipos británicos, pero esta vez los escoceses callan. Esperan a que termine y con una introducción de gaitas comienzan a cantar Flower of Scotland (una canción folk popularizada por The Corries en 1965) seguidos de inmediato por la concurrencia en una comunión sin precedentes. “Ahí me di cuenta de que estábamos en problemas” sintió el back inglés Simon Halliday cuando escuchó a la multitud que cantaba:
Oh, Flor de Escocia,
cuándo volveremos a ver
a otros como los que
lucharon y murieron por
cada pedacito de colina y cañada,
resistieron contra
el ejército del orgulloso Eduardo,
y lo enviaron a casa
a pensarlo de nuevo.
En un Test de una intensidad inusitada (“No pude ponerme el saco por una semana, tan golpeado y torcido estaba…”, comentó el pilar inglés Jeff Probyn), Escocia cumplió su cometido, ganó 13-7, se quedó con todo y envió a los ingleses a casa a pensarlo de nuevo. Al poco tiempo renunció Margaret Thatcher, no por Flower of Scotland sino por la oposición a la Poll Tax que había comenzado en las tierras de Robert the Bruce.
Con los años Inglaterra revirtió la primera derrota de 1871, y hoy se apunta 74 victorias vs 42 de Escocia y 18 empates. Atrás quedó la década del 70, años de dominio del rugby escocés con cinco victorias vs cuatro de Inglaterra y un empate, o la última victoria de Escocia en Twickenham por 22-12 en 1983, cuando ninguno de los treinta jugadores que el sábado saldrán a la cancha había nacido.
La declinación del rugby escocés parece quedar atrás. Tras algunas wooden spoons ¡por debajo de Italia! en el 6N y pobres performances de sus franquicias en la Celtic League, esta temporada, luego de cuatro años de derrotas los dirigidos por Vern Cotter vencieron 27-22 a Irlanda en la tarde de la consagración de Grieg Laidlaw, y tras nueve años sin victorias, derrotaron 21-13 a Gales con una gran actuación de Stuart Hogg. Con estos triunfos la Triple Corona y la Calcutta Cup (que reposa en las vitrinas de Twickenham a resguardo de vergonzosos puntapiés en Princes Street) parecen cerca.
Inglaterra con tres cambios (entran Jack Nowell, Ben Youngs y Jonathan Joseph) espera en su fortaleza montada sobre sus 17 partidos sin derrotas, busca igualar el record de los All Blacks, muestra un rugby mezquino y cambios de un partido a otro (la línea de backs nunca ha sido la misma) pero es de gran eficacia. Su banco de “finishers” para este partido es muy potente, con los hermanos Vunipola, Jamie George y Ben Te’o preparados para el impacto. El juego inglés no es vistoso pero están primeros en la tabla a tres puntos de Irlanda (antes de su partido con Gales) y a cuatro de Escocia. “Es donde queríamos estar a esta altura del campeonato” son las palabras de un Eddie Jones que sonríe satisfecho y disimula la vergüenza que le hizo pasar Conor O’Shea con Italia.
Escocia, con un solo cambio (Hamish Watson por John Hardie), llega con el envión de las dos victorias frente a sus adversarios de las Home Nations, juega un rugby expansivo que gusta a los imparciales y deleita a los propios. Los tries que desperdiciaban en temporadas anteriores hoy los anotan con seguridad. Ganar en la casa de la RFU sería un adieu ideal para el coach neozelandés que en julio será reemplazado por Gregor Townsend, una gloria del rugby escocés y artífice del buen presente de Glasgow Warriors.
Hay unos versos que ya no se cantan en God Save the Queen. Son de tiempos políticamente incorrectos cuando la rebelión de Bonnie Prince Charlie amenazaba la integridad del Reino Unido, y dicen:
… Que pueda silenciar la sedición
Y como un torrente que se precipita
Aplastar a los rebeldes escoceses
¡Dios salve al rey!
¿Será el momento de detener el avance del Sweet Chariot y recuperar la Triple Corona, la Calcutta Cup y enviar a los ingleses a su casa a que lo piensen de nuevo, o tiempo de aplastar a los rebeldes escoceses y silenciar la sedición de un rugby expansivo que gusta a todos?
Ya no habrá una batalla de Bannockburn, los clanes escoceses no se reunirán para pelear en Culloden, los Clearances son un horror del pasado y el Poll Tax una pesadilla reciente, pero el sábado, en Twickenham, se juega mucho más que la edición 135 del partido más antiguo del rugby internacional. Se juegan la historia antigua, la política moderna y las idiosincrasias de anglos y celtas.
Ricardo Sabanes, con la colaboración de Chacho desde Yorkshire.
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