Zanja
Así es el deporte y así son las finales. No siempre gana el mejor. Dirán los pragmáticos que lo único que importa es el resultado y que las finales están para ganarlas, no para merecerlas. Pero si fuese así, esta crónica concluiría aquí. No habría nada para desmenuzar. Bastaría con decir que el SIC le ganó a Alumni por 14-11 en la última pelota y que, de ese modo, se consagró por segundo año consecutivo como el campeón del URBA Top 14.
Pero nos resistimos a las simplezas. Esta final, jugada quizá no a gran nivel pero sí a gran intensidad y emoción, y ante unas 7 mil personas que no colmaron las tribunas de La Plata RC, debió haber sido de Alumni, porque fue más, porque intentó más y porque, aunquno suene bien, no ligó una de todas las que sí ligó el SIC.
Salvo un pasaje del segundo tiempo de los primeros 80 minutos, el partido se jugó casi todo el tiempo en campo del SIC. Con viento a favor o en contra, Alumni impuso dominio a través de una mejor obtención, con un pack de forwards que disputó un enorme test. Pero a los de Tortuguitas les faltó punch y, sobre todo, no estuvo lúcido en la toma de decisiones.
Ante ese domino del control rival, el SIC se hizo fuerte en su defensa. Tackleó y tackleó y, gran mérito, lo hizo sin cometer penales. Por eso, sólo se fue abajo 3-0 en el primer tiempo, en el que prácticamente no pisó las 22 yardas de Alumni.
Con el viento a favor, se supuso que iba a ser el SIC el que iba a dar vuelta el trámite. Y así se evidenció en los primeros 15 minutos, en los que Benjamín Madero empató con un penal. Pero, tras una pelota recuperada en un ruck, Tobías Moyano -la figura de la final- apoyó un try que Santiago González Iglesias no pudo convertir.
En una ráfaga, el SIC pasó al frente. Primero con un try fantástico de Federico Serra -otro que jugó en gran nivel- y luego con otro penal de Madero. Pero ahí, Alumni retomó el dominio y empató en 11 con un penal de González Iglesias.
Los de Tortuguitas fueron por el título y el SIC se defendió. El partido tomó un ritmo dramático. Alumni tuvo una dos chances. Primero, Federico Pastrana (muy buen arbitraje), no pudo ver, por estar tapado, un clarísimo penal de Piccinini, que cometió un knock-on intencional que no sólo cortó una chance de try, sino de un penal factible para convertir. Y, en la última bola, González Iglesias no pudo acertar un drop.
Así, una final de la URBA iba por primera vez a tiempo extra. Dos tiempos de 10 minutos, a muerte súbita. Casi lo gana Alumni con un drop de Rete González Iglesias que pegó en el palo. Y, ya en el segundo, otro penal y otro drop del apertura (ambos muy complicados), mantuvieron el empate.
Iban a los penales, pero una pelota al fondo complicó a Franco Sábato, que se demoró más de la cuenta. Allí, Alumni quedó acorralado en sus 5 yardas hasta el final. Un drop de Madero que se iba afuera derivó de un scrum 5 porque la pelota había rozado en uno de Tortuguitas. Y de ahí, y tras una serie de agrupamientos, y con el reloj marcando los 100 minutos, Madero buscó otro drop. La pelota fue zigzaguendo en el aire, casi sin fuerza, pero entró con lo justo.
Lo hizo Madero, el capitán, el hijo del gran Rafa. Lo hizo igual que en aquella final de la Copa Citi que el SIC le había ganado al CASI, el año pasado. Lo hizo convirtiendo su primer drop del año.
El deporte es así y las finales son así. Honor a Alumni, que fue el que lo mereció. Gloria al SIC, que fue el que se lo llevó.
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