Sincerarse
La voz de Agustín Pichot resuena a través del teléfono del otro lado del Atlántico. La entrevista ocurre la semana pasada, pero mantiene actualidad. Eso sí: hoy Pichot puede no estar ya en París. Así es su vida: un día en Buenos Aires, otro en Chubut, otro en Estados Unidos, uno en algún lugar de Europa. En un partido de cualquier deporte o en un lanzamiento político, de acuerdo a su nuevo emprendimiento y del que no se hablará aquí al menos en esta ocasión. De aquí para allá va el 9. Y en ese transcurrir, el comandante del plantel que hace apenas un año alcanzó el histórico tercer puesto en el Mundial, ahora se plantea nuevos objetivos ya no dentro de la cancha, sino integrando ad-honorem la flamante subcomisión de rugby profesional de la UAR. No es una tarea que desconozca; todo lo contrario. Por un lado, como él mismo apunta, su capitanía de Los Pumas derivó en un doble rol jugador-dirigente. Por el otro, su experiencia y conocimiento del rugby rentado lo ponen bastantes escalones más arriba de cualquiera a nivel doméstico en lo que hace al campo profesional.
— ¿Qué te convenció para subirte a este nuevo barco?
— En todos estos años, Los Pumas me han dado todo, y creo que es la hora de devolver. Así lo enseñan los valores que transmite este deporte. Podría tranquilamente dedicarme a lo privado, pero prefiero estar acá, dando una mano, ayudando a que el rugby argentino comprenda de qué se trata el peorfesionalismo y de contribuir para ordenarnos.
— ¿Y cómo han sido estos primeros meses?
— Se avanzó mucho, pero creo que es el momento de que el rugby argentino se sincere, que realice un profundo debate para ver qué se quiere, adónde se quiere ir y cómo. Y en esto hay que ser bien claros y precisos. Históricamente, nuestra pasión por el juego, que es genuina, estuvo pegada a la opinión y esto ha generado grandes peleas internas.
— Esas internas no han desaparecido.
— No, para nada, y ahí está uno de los puntos. No puede ser que esta comisión, a la que prefiero llamarla equipo, sea rehén de la pelea entre Buenos Aires y el Interior, ni tampoco que todo el rugby argentino siga siendo rehén de esta puja que ya no da para más. De los dos lados, y no me refiero sólo a si se aprueban o no los estatutos. Hay que hacer una mirada más global e, insisto, sincerarse de una buena vez por todas. No buscar más fantasmas en todos lados, demonizar a todos los que llegan y mirar siempre con desconfianza al otro. Es hora de sumar.
— ¿Y cuál es tu plan?
— Ante todo quiero aclarar que yo no soy dirigente. No me dan los tiempos ni los conocimientos. Y, además, no me votó nadie. Tampoco quiero entrar en la pelea política dentro del rugby. No me interesa. Lo mio es un asesoramiento en el diseño global del rugby profesional en la Argentina.
–– ¿Pero debés tener una idea de cómo ordenar esto?
— Sí, claro, y pasa, precisamente, por eso: ordenarnos. Creo que hay que dividir bien dos aspectos. Lo mejor que tiene el rugby argentino es el rugby voluntario, ese que hace que seamos jugadores especiales, porque antes de llegar al profesionalismo nos han educado con amor propio y valores. Eso es lo que nos hace distintos al resto y allí es donde debe darse el impacto de lo que produzca el profesionalismo. Brindar esa parte y entender que es amateur. Proteger ese modelo. Ahora, si lo único que queremos allí es triunfar, entrenarnos todos los días, jugar 100 partidos por año y tener los campeonatos más largos del mundo, entonces estamos hablando de otra cosa. Insisto: sincerarnos. Todos recordamos cuando la URBA no permitía entrenadores rentados y todos sabíamos que existían en un montón de clubes. Hoy ya es algo normal.
— Hablaste de separar. La otra parte supongo que tiene que ver con lo profesional.
— Sí, claro. Creo que después de los 18 años, el jugador tiene que tomar una decisión y allí también hay que estar para ayudarlo a que no sea sólo un jugador del rugby y que si el día de mañana se lesiona ya no sirve para nada, como ha ocurrido. Hay que conseguir becas de estudios, apoyar más a los distintos seleccionados como los M18, M20, Seven y Argentina A, armar una base de jugadores acá para preparalos en el alto nivel en los Centros de Desarrollo, acabar con el sistema de viaticados y provocar una estructura que les permita estar a total disposición de la UAR.
— ¿Y en qué se avanzó?
— En muchas cosas. Lo que pasa es que no comunicamos nada y ese es un serio error. Nadie sabe lo que se está haciendo. Llevamos meses armando todo este plan que, te aseguro, es el primero en serio que ofrece el rugby argentino a nivel profesional. Por ejemplo, ya lo presentamos en el IRB y en la Sanzar. Lo tienen ellos y ahora no podrán decirnos más que antes tenemos que ordenarnos. Ya está. Nos ordenamos en ese sentido y la respuesta depende de ellos.
— Pero se sabe que el interés está sólo en las palabras, no en los hechos.
— Sí, es verdad. Por eso tengo pensado armar una campaña internacional, con grandes figuras a las que conozco, para que apoyen a la Argentina. Será una movida grande.
— Agustín, ¿sos conciente de que cuando se habla del proyecto de la UAR a nivel internacional pocos lo creen posible?
— Sí, lo sé, pero también obedece a aquello que te señalaba antes, a las viejas internas y a las continuas desconfianzas. ¿Acaso alguien apostaba a que podíamos ser terceros en el Mundial? Cuando lo decías, te miraban torcido, como diciendo este está loco o tiene tal interés. Fue durísimo el camino, con muchas peleas en el medio. Vos lo sabés bien. ¿Y qué pasó? Casi salimos campeones del mundo… Es difícil, pero nada es imposible. Esa es mi idea. Te pondré un ejemplo: las peleas que tuve con Raúl (por Sanz, ex secretario de la UAR) fueron tremendas, pero él en un momento se dio cuenta hacia dónde íbamos y se sumó y le volcó toda esa pasión que tiene en positivo. Y llegamos todos juntos. Bueno, yo creo que Raúl y mucha otra gente que ama al rugby tienen que estar empujando en esto y no poniendo piedras.
— Se habla de que Los Pumas pueden llegar a jugar una competencia como el Tres Naciones a partir del 2012. ¿Es así?
— Si nos seguimos ordenando y fijamos el rumbo, es muy posible. También si dejamos de mezclar todo. Se está avanzando mucho más de lo que la gente cree, con las lógicas dificultades que tiene el rugby argentino. Pero antes hay que sincerarse y dejar de lado los intereses personales.
Plantel
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