Identidad
El 11 de junio de 1988, un día antes de la trágica muerte de Carlos Veco Villegas, el seleccionado de Buenos Aires sufrió la derrota deportiva humillante de su historia. En una estadio de Vélez con más espacios vacíos que llenos, la en ese entonces poderosísima Francia lo goleó por 82-0. Buscando alguna explicación a la paliza, el entrenador del equipo, Raúl Sanz, dijo en la conferencia de prensa que uno de los problemas era que los jugadores no sentían la camiseta de Buenos Aires, como sí ocurría con sus clubes. Dos semanas después, Los Pumas, con Sanz como colaborador directo de Rodolfo O’Reilly, vencieron en el mismo escenario por 18-6 a aquel equipo que dirigía el recordado Jacques Fouroux y que tenía entre sus filas a rugbiers de la talla de Serge Blanco, Philippe Sella, Eric Champ, Philippe Dintrans, Pierre Berbizier y Laurent Rodriguez, sólo por citar algunos. Como anécdota se puede agregar que ese fue uno de los test más violentos que se vivieron aquí y en el que Daniel Baetti anotó todos los puntos con unos botines con tapones de goma que se los cambió antes del comienzo sin que nadie lo viera.
En ese 1988, Tucumán le dio a Buenos Aires otro golpe al derrotarlo en la final del Argentino, disputada en Mar del Plata. En realidad, fue la confirmación del reinado de los naranjas en aquellos años, con su punto más saliente en la vuelta olímpica de 1985 en pleno territorio porteño, en la cancha de San Martín.
Aquel 1988 marcó un antes y un después en el seleccionado de Buenos Aires. Desde ese entonces se le empezó a dar más importancia, sobre todo cuando se independizó de la Unión Argentina de Rugby (UAR) para fundar la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA). Al histórico domino político -basado también en su mayoría de clubes y jugadores-, Buenos Aires le adosó la preponderacia al juego.
Y de aquel 0-92 con Francia se pasó, por ejemplo, a la victoria de 1993 en la cancha de Ferro ante los Springboks que dos años después se consagraron campeones del mundo. En aquel seleccionado de Los Aguilas fueron titulares, por ejemplo, Marcelo Loffreda y Lisandro Arbizu, dos símbolos en la historia de Los Pumas.
El tema viene a cuento con vistas a la proximidad de una nueva final del Argentino, que Tucumán y Buenos Aires disputarán el sábado a partir de las 18.10 (televisará en directo ESPN +) en la caldera del Lawn Tennis, que tendrá tribunas tubulares para extender su capacidad de 5.000 a 8.000 almas.
Es a propósito también de muchos comentarios que se han publicado en este blog, y que además de los pronósticos para el duelo del sábado, plantean dudas sobre algunos aspectos de la identidad del seleccionado de Buenos Aires.
Sería al menos injusto, sin haber transitado jamás por esa experiencia, decir que hoy los jugadores no sienten la camiseta de Buenos Aires. Pero sí deben apuntarse algunos aspectos que saltan a la vista. Por la abundancia de buenos rugbiers, el equipo porteño al menos en esta temporada presentó numerosos cambios entre un partido y otro, y en sus presentaciones como local fue acompañado por muy poco público. En este último ítem, el sábado pasado, en la semifinal ante Rosario, resultó aún más notorio. La Copa Fundadores, disputada el mismo día en el campo de Belgrano en Pinazo, concentró a muchos más fanáticos.
Podría presagiarse, entonces, que quizá existan vínculos más fuertes con los clubes. Los jugadores privilegiaron las giras por el exterior a Las Aguilas y la gente prefirió ver a sus colores antes que a los de Buenos Aires. En ambos casos también se podría inferir que el Argentino se disputa en una época del año que, al menos, no es conveniente para el entusiasmo porteño.
Lo contrario sucede en el Interior, sobre todo en Tucumán, donde existe una verdadera -y a veces desbordada- pasión por la camiseta naranja. Un fanatismo que muchas veces incluso ayuda a superar en la cancha un nivel inferior en juego y en abundancia con respecto a Buenos Aires. Existe otra mística, sin que ello lleve a buscar culpables. Es una realidad instalada en muchos otros ámbitos de un país superconcentrado en un solo punto geográfico.
La estadística marca que Buenos Aires ganó 33 de las 63 ediciones del Argentino. Y que le ganó a Tucumán ocho de las diez finales jugadas entre ambos, incluidas las dos últimas. La del 2007, en el mismo escenario del sábado próximo.
Se viene otro capítulo. Buenos Aires viajará al Norte argentino con todo su poderío. Tucumán, un muy buen equipo con jugadores a los que hay que observar con mayor atención, lo recibirá, además, con toda su pasión y con ganas de recuperar la corona que obtuvo por última vez en el 2005. Que sea una fiesta de rugby.






Pumas (Gales)
Pumas (Gales)
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