Los Pumas y los Mundiales (capítulo XXI)
La espectacular victoria ante Samoa había templado el ánimo de Los Pumas. Se notaba en cada rostro, en cada gesto, en cada palabra. La deuda de un triunfo en un Mundial después de tanto tiempo estaba saldada. Pero no terminaba allí el asunto, claro. El objetivo era pasar la primera ronda y para eso había que ganarle a Japón, en la vuelta al Millenium de Cardiff.
Los planes se trastocaron un día antes, cuando Samoa venció a Gales, sorpresivamente. Entonces, las alternativas para Los Pumas eran tres: podían clasificarse primeros en el grupo, segundos o terceros, ingresando al repechaje. Para terminar primeros debían ganar anotando más de 68 puntos y el rival era Australia, en Cardiff, directamente por los cuartos de final. Si el triunfo era marcando entre 47 y 68 tantos, había que viajar a Edimburgo para chocar con Escocia en la llave que incluía luego a los All Blacks. Y si era por 47 o menos, el rival era Irlanda, en Lens, y posteriormente Francia, en Dublin.
Todo el plantel argentino perefería esta última opción. Alex Wyllie la resumía a la perfección: “Irlanda fuera de su casa y después Francia, también afuera. Es, lejos, la mejor alternativa”.
Los Pumas afrontaron ese cotejo ante Japón el 16 de octubre con tres cambios: Ignacio Corleto como fullback por el lesionado Manuel Contepomi, Pedro Sporleder por Gonzalo Longo (pasó Ignacio Fernández Lobbe como ocho) y Gonzalo Camardón como wing por Octavio Bartolucci. El hombre de Alumni había tenido una gran actuación cuando entró en el segundo tiempo contra Samoa.
El asunto era cuidarse de la velocidad que tenían los japoneses en sus tres cuartos, sobre todo en las puntas. Pero Los Pumas mostraron otra vez una gran defensa y una enorme autoridad para manejar el trámite. Agustín Pichot marcó el primer try con su magistral habilidad para encontrar espacios donde no los hay. Diego Albanese apoyó otro try, y Gonzalo Quesada, ya a esa altura fundamental con su pie, acertó siete penales.
La cuenta de 33-12 la completó Felipe Contepomi con una conversión. El mellizo había entrado a poco del final por Quesada. Wyllie daba una punta de lo que pretendía para el futuro.
Con el triunfo en el bolsillo, Los Pumas habían logrado su gran objetivo: atravesar la primera ronda. El abrazo final entre Pichot y Lisandro Arbizu resumía el sentimiento de un equipo que quería más, que estaba preparado para hacer historia.
Sporleder, en tanto, completó su mala racha: se lesionó y decidió volverse a Buenos Aires. Roberto Grau, cumplida la suspensión, volvía de Mendoza tras haber visitado a su hija recién nacida. Era tiempo de abandonar la tranquilidad de tantos días de Cardiff y emprender viaje a Francia, más precisamente a Lille, campamento para esperar a Irlanda. Para esperar la hazaña.
Sigue el martes 26/6
SIC (XV ideal)
Logo
El medio