El padre de la criatura
Cuando en el rugby se habla de Tito, todos saben que el personaje en cuestión es José Javier Fernández. Puma de raza, fanático del juego, considerado por muchos como uno de los mejores entrenadores de campo de la Argentina, frontal y polémico, Tito es el gran mentor del estilo que Hindú adoptó en los últimos 15 años y que tantos resultados le ha brindado.
“Para todos nosotros es un tipo muy especial”, dice Nicolás Fernández Miranda, el símbolo dentro de la cancha del reciente campeón. Es que Tito, que condujo al equipo en los dos primeros títulos, es un hombre que no sólo entrena, sino que se ocupa del jugador. Le brinda seguridad y tiene ese don de poder plasmar todo lo que quiere transmitir.
Su hijo, Santiago Fernández, que a los 20 años jugó un gran torneo pese a no estar en la final, es quizá la síntesis de lo que él pretende: pelota viva todo el tiempo, desequilibro por afuera, velocidad y precisión.
Tito, en definitiva, es sinónimo de rugby. Hay varias anécdotas que lo ratifican, pero voy a rescatar una. Poco antes de viajar al Mundial de 1999, Los Pumas se habían quedado sin entrenador. Estaban en el club Liceo Naval y dentro del vestuario se juraron poner todo por ellos. Cuando salieron, estaba Tito. Pedro Sporleder, entonces capitán, se acercó y le pidió que les de una mano para entrenar. Y Tito condujo aquella práctica.
Hoy colabora de modo amateur con la UAR y busca nuevos elementos que enriquezcan sus conocimientos rugbísticos. Y está feliz con el título de Hindú. Todos saben que él tuvo muchísimo que ver porque es, al fin, el padre de la criatura.
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