El crimen, el juicio y el rugby
El juicio oral a los ocho acusados de asesinar a Fernando Báez Sosa que arrancó el lunes pasado reavivó , en menor escala por ahora, la controversia que, en el verano de 2020, puso al rugby argentino en el centro de la escena. En aquellos días dramáticos las banderas que siempre alzó el rugby local fueron observadas y cuestionadas por la sociedad argentina. La existencia misma de los valores que son orgullo de quiénes practican este deporte fue objetada. Durante el mes siguiente al crimen, ocurrido el 18 enero de 2020, se polemizó alrededor del rugby en todos los formatos mediáticos, desatando una tormenta de opiniones superficiales y oportunistas matizada con algunos pocos juicios fundamentados. Por supuesto que es inaceptable el aserto de que “a Fernando lo asesinó el rugby” pero, salvando esa cuestión, el ambiente rugbístico reaccionó con dos posturas diferenciadas que, ahora, parecen replicarse. Por un lado los que adoptan una posición defensiva, cerrada y fundamentalista que no admite cuestionamiento alguno a esos valores sagrados (se ha llegado a mencionar al rugby como una “reserva moral”). Por otro lado, quiénes reivindicamos la existencia de esos valores, pero entendemos que el rugby debe mirar a su interior para corregir conductas y posturas que regeneren su integración en la sociedad argentina. Al respecto traemos el artículo publicado en este espacio el 22 de enero de 2020, cuatro días después del crimen: La ruta de Tomás Petersen
En aquel verano, luego de alguna vacilación inicial, la respuesta institucional llegó. La Unión Argentina de Rugby impulsó el programa Rugby 2030 con el objetivo de “reconocer, responsabilizar y resolver la conflictividad relacionada con el rugby en Argentina, reduciendo la violencia en todos sus aspectos”. La URBA implementó los talleres FIMCO ( Formación Integral y Mejora de Comportamiento), en los que se trabaja sobre temas diversos como los bautismos, el alcohol, la omnipotencia, el hábito del golpe y el comportamiento en manada. Dos interesantes iniciativas que siguen en acción y exhiben una sana postura de trabajar para corregir, sobre todo entre los juveniles, las conductas repudiables que el rugby debe erradicar de sus entrañas. Por supuesto, también es necesario que el trabajo y la concientización sobre estos temas se instalen en la cotidianidad de todos los clubes del país.
Mientras tanto, mas allá de las cuestiones que involucran al rugby, en estos días es fundamental exigir justicia para que los asesinos sean condenados de acuerdo a lo que marca la ley y los padres de Fernando Báez Sosa encuentren alivio dentro de su dolor infinito.
Daniel Dionisi
Londres
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