Adios al maestro
Hoy, a los 102 años, murió el queridísimo Jorge Melo. Hooker bravo y combativo, fundador de Beromama y artista plástico de excepción. La lágrima de tristeza se ilumina con la inspirada vida del maestro que hoy se unió a la vieja barra de Palmar y el Rastreador.

Jorge Melo, 102 años de luz. Foto: Pablo Messil
“Sabes cómo empezamos? A ver, ¿de pilar quien juega? Saltó el pelado Ovidio. ¿Y de hooker?, Caro o yo. Y así se iba armando. ¿Quién mas? Verruga! ¿Y la segunda línea? saltaron Ángel Bori y Morcillo. ¿Tercera línea? Y salta Vio. Vio le decíamos, era tan corto de vista que no veía nada! Como sería que no veía nada que un viernes a la noche se cruza la calle porque vio una piba que estaba que Dios mío! Así que Vio cruza la calle y la sigue y le habla. Entonces la piba se da vuelta y le dice: “pedazo de pelotudo, soy tu hermana!”, ¿te das cuenta que no veía nada? Bueno, ese jugaba de tercera línea.” Así, con esa mezcla de calle, picardía y gracia inigualable Jorge Melo relataba los primeros pasos del club que ayudó a fundar. Un par de semanas antes, junto al Ñato Boutell, se habían robado una pelota de un partido en la cancha de Pacific (era 1939 y todavía no se llamaba San Martín). La historia es conocida; esa guinda viajó en manos de Melo hasta la barra del barrio Mil Casitas en Liniers y terminó siendo la piedra fundamental del primer club atorrante del rugby argentino: el mítico Beromama. Y desde el inicio el club tuvo la impronta rantifusa y popular de Jorge Melo, ese ADN que viajó de Liniers a González Catán y lo acompaña hasta el día de hoy.
Pero, aunque él reivindicó hasta el último día su amor por la ovalada, era mucho mas que rugby. Jorge Melo era uno de los grandes artistas plásticos argentinos, que estudió con Pío Colivadino, Lino Enea Spilimbergo y Antonio Berni y se identificó estética y políticamente con los pintores de La Boca. Pintó desde los 14 años, luego estudió en la Academia de Bellas Artes, pero terminó su formación a orillas del Riachuelo. Forjó una obra que unía el arte a la vida social y política del país de la cual fue un testigo lúcido e inspirado. “Su obra, como su vida, tiene lugar en la expresión arrolladora, en las figuras sugeridas, en los morados, tierras y ocres y en las telas y materiales encontrados que elije para mostrar su libertad creativa y constante. Su optimismo y compromiso con el arte nos enseña a pintar y a ver, a participar, a celebrar y a arriesgar. Y a disfrutar, finalmente, de una vida honesta y de un trabajo brillante.”. Así lo definió el sitio Lecciones de arte hace unos meses. Las obras de Jorge Melo se hallan en el museo Quinquela Martín de La Boca y el Museo de Arte López Claro, entre otros y ha sido declarado Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Como hombre y como artista Jorge Melo siempre estuvo cerca del ser nacional: “Todos los colores de la paleta me gustan cuando están bien usados pero los tonos y los matices del gris representan mi predilección y es por razones objetivas ya que el gris es dominante en cualquier paisaje. Quizás también porque la poesía callada del gris, su transparencia pareciera evocar el escalofrío de esa llanura inacabable evadiéndose sin tregua, ese paisaje que me dentro hasta dar vértigo, por las retinas de ese niño asombrado que fui yo hace ya muchos años. Porque si el gris está en todos los paisajes, en el pampeano se hace más intenso y envolvente. Este gris siempre presente en mis obras y que motivó a alguien que interrogará: “ ¿Le gusta Corot?” a lo que respondí – aunque debo el mayor respeto por los maestros extranjeros-: “Lo que me apasiona es Daneri , Victorica, Spilimbergo, de Ferrari, Policastro.”
Un ejemplo de su compromiso con la realidad del país es el taller que montó en el Hospital Militar, tras la guerra de Malvinas. Allí se involucró con los soldados heridos, sobre todo los mutilados y los mas humildes. Muchos de ellos ni siquiera tenían el dinero para pagar el viaje de vuelta a sus provincias. El maestro Melo no solo les enseñó a pintar, sino que también les ayudó a vender sus obras para que pudieron juntar los pesos necesarios para regresar al terruño. Así era él; el arte glorioso que emanaba de sus telas se mezclaba con el espíritu solidario y cercano a los humildes.
A fines de los setenta Jorge Melo perdió su brazo izquierdo en un accidente automovilístico. Nunca se quejó: “no me imposibilitó para nada. No conozco ningún pintor que use los dos brazos para pintar” decía con el inconfundible y socarrón estilo que lo identificaba. También tenía una postura política y social muy clara y los títulos de algunas de sus muestras son una definición en si mismas: ” Los rostros del ajuste”, “Los rostros del puto Paco “, ” ALCA-rajo el fondo”.

Autorretrato de Jorge Melo
La casa que compartía con Susana Mercado, su amada compañera de tantos años, era un espacio lleno de maravillas (se puede ver en el video), una casa – atelier donde recibía a artistas de todas las edades. Muchos jóvenes se nutrieron de la sabiduría del maestro que, dueño de una vitalidad y un optimismo insuperables, dio talleres aun después de pasar los 100 años de edad. En un rincón privilegiado de esa casa mágica estaba exhibido el banderín de Beromama, porque Jorge Melo nunca olvidó su condición de rugbier y siempre estuvo cerca de su querido club. “Ahora tenemos un club! antes teníamos que estar mendigando canchas” decía, feliz por la instalación del Bero en el precioso espacio que ocupa en una barriada humilde de González Catán. Un Beromama de ley como Juan Carlos Malagoli lo recordó con emoción “Gracias Jorge Melo. Barrio, picardía, amistad, talento, solidaridad , defensor de los humildes y un espíritu inquebrantable. Murió invicto y se fue a juntar con el resto de la barra.”.
Nadie sabe la cantidad de pinturas y dibujos que hizo a lo largo de su vida, pero es sabido que entre sus creaciones mas preciadas, está esa pintura dibujada con la vieja pelota robada de Pacific, que ya lleva mas de ochenta años de historias y emociones bajo el nombre de las letras infinitas: BEROMAMACACUMAOSPOVICHUCACOPRIPEJOPI. Hoy se terminaron de juntar todas las sílabas en ese cielo amorosamente atorrante que se llenó de colores. Seguramente ahora la barra del barrio Mil Casitas está junta, mas unida que nunca, celebrando los 102 luminosos y solidarios años de la vida del maestro Jorge Melo.
Daniel Dionisi
Maravillosa crónica de un gran artista !
Santiago
Esas historias geniales que existen en el rugby. Gracias por este artículo. Excelente
Que lindo y brillante homenaje! Gracias por escribirlo y compartirlo. QEPD
me sentido pésame para la gente de Beromama y familia