Por Martín Dotras

Suena el despertador, en el invierno de una mañana de otoño.

– Llego tarde, pienso.

Cansado pero contento, respiro el tibio sol que nace en mayo.

– Llego tarde, pienso.

Pero con la lógica de hacer las cosas con ganas y no por obligación, me relajo y me pregunto: ¿Cuál es el problema? Así, riéndome de la no dependencia de una no obra social que fije reglas y horarios, media hora mas tarde de lo estipulado, me espera el primer paciente.

El lugar

El lugar: Centro comunitario, social y deportivo “El Campito”.

Arquitectura: monoambiente de 15 metros de largo por 5 de ancho.

El techo: de chapa.

El piso: de tierra.

Las ventanas: Sin vidrio, tapadas del frío por cartones.

Las paredes: a medio pintar, sin revoques, con filtraciones de aire cuando se juntan con el techo.

La tierra: por todos lados.

El baño: Sin lavatorio ni espejo, con un balde de agua que suple a un depósito inexistente.

El consultorio

A mi izquierda: Heladera no funcionante del año 50.

A mi derecha: Inmensa bandera del padre Mujica, que hace las veces de puerta.

Adelante: camilla sustraída del hospital.

Atrás: heladera funcionante de los 80.

Al centro: mesa redonda, sostenida por 2 taburetes, con 2 cajones que simulan ser sillas.

La luz solar: filtrada por los cartones de las ventanas.

La luz artificial: tenue, con foquito a punto de despedirse.

El botiquín: heladera de telgopor, con alcohol, yodo y algodón encontrados por ahí, vaya uno a saber cuándo.

El resto: balanza barata, centímetro pegado a un enorme palo y mucho frío.

Así, poniéndome el disfraz, y tras el clásico “Adelante, pase”, ingresa el primer paciente junto a un perro que circulaba por ahí. Mujer de 65 años que viene por malestar abdominal. En eso, mi zapatilla presenta una mancha de origen fecal canino. Mirándolo mejor y para mi suerte, constato que se trata de un falso accidente del cual la señora no muestra preocupación alguna. Preocupación alguna que no existe en estos lugares, donde la solemnidad deja su trono de reina médica. Preocupación alguna que no fecunda en esta tierra, en donde la tardanza, vestimenta y aspecto de un médico son sólo personajes de reparto… Más bien una sonrisa de la viejita en respuesta a lo ocurrido…

Y es esa sonrisa la que me muestra con la fuerza de un rayo a la verdadera medicina. Aquella que vuelve a su fuente de ciencia social, de la que nunca debió haberse alejado, alejándose de la todopoderosa ciencia bioecónomica actual por la que hoy, lamentablemente camina. Verdadera medicina en donde el paciente agradece al médico su voluntad de curar, desarrollando el sano vínculo que se da entre dos energías positivas y la que es incapaz de abogados o malapraxis… Verdadera medicina no contaminada por el dinero, ni entendida como un negocio… lejos, muy lejos de ser un servicio al cliente…

Me cuenta que es abuela de dos nietos de 15 y 16 años que viven con ella. Cobra una pensión del gobierno de 700 pesos y se dedica a cuidarlos. Su marido falleció hace años, era alcohólico y golpeador… Su hija murió muy joven de un aborto provocado y su yerno se suicidó por haberla obligado….. Su otro hijo murió por HIV…

Al examinarla, encuentro una masa duro-pétrea compatible con el cáncer de colon mas grande que haya visto…. Y es entonces, donde me pregunto: ¿Por qué una persona no se alarma con una piedra que ocupa todo el abdomen? ¿Y la medicina preventiva?

Y es que acá, eso que llamamos Estado – además de crónico burócrata sólo sensible a los bolsillos de quienes lo manejan e integran- no es más que una palabra hueca, que junto al neoliberalismo del ayer y hoy, mata con el veneno de la injusticia.

Siguieron diez pacientes mas. Diez historias cargadas de los problemas más complejos por los que pueda atravesar un ser humano. Problemas que derrumbarían a cualquiera en la mas profunda depresión. Y escuché a madres con hijos muertos por HIV o drogas… Y vi a analfabetos, o con escolaridad muy precaria… Y escuché a una madre de tres hijos de tres padres diferentes, criados con abuelos y tíos. Y escuché a hermanos adictos robándole a sus madres… Y escuché a un hijo decir que su padre se había muerto a los 30 años por trabajar en la mina…. Y vi chicas de 20 años sin dientes… Y escuché decir “Creo que tengo una enfermedad que se llama Chagas…” Y vi mujeres de 60 con 40 … Y tuve que contar con el documento los años de alguien que no sabia su edad…

El Campito

Juli pelea contra los molinos de viento. Hace 7 años que se mudó a la villa 31. Antes vivía en Recoleta… Se casó con Nieves, quien vive en la Villa desde que emigró de su Bolivia natal. Tiene con ella 3 hijos. Va a Retiro desde los 18. Su padre trabajaba en el barrio con Mujica, a quien él admira profundamente. Tiene 43 años, es calvo y los ojos color mar. Profesor de educación física, estudio sociología y es capoeirista hace 15 años. Cree en lo que tiene que nacer… y en el deporte como forma de integración.

Juntó a los vecinos y para jugar con los pibes fundó en el barrio “El Campito”, donde falta de todo pero sobra dignidad…Ahí realiza con ellos una actividad integradora (sembrar, dibujar, pintar, leer, jugar, etc). Un vez por mes los lleva a Ezeiza a jugar al fútbol. Hace 12 años hizo un documental sobre la autopista Menemista que echo a 800 familias y sobre la autodestruccion a la que vamos. Por defenderlos lo metieron preso… Un día a la semana se junta con los vecinos para charlar sobre la radicación del barrio. Concientiza a la gente sobre sus derechos.. Es optimista, utópico y por sobre todo consecuente….

A través de una donación y del esfuerzo del trabajo comunitario “El Campito” logró construir una estructura a la que se la utiliza como “Salón de usos múltiples”. Allí funciona el comedor, la asesoría jurídica, el consultorio médico y el apoyo escolar. Todo se encuentra a medio terminar…

Actualmente El Campito representa un lugar donde los mas chicos tienen un lugar. Ahí juegan, meriendan, hacen los deberes y sobre todas las cosas reciben afecto.

El Rugby

Viendo un día con Juli unas fotos de tenis en El Campito, nos pusimos hablar de deportes. Surgió entonces el rugby, deporte que mamé desde la cuna y del que fui profesor durante un buen tiempo. Entre otras cosas hablamos del compañerismo, la solidaridad, el juego en equipo, la entrega, y, sobre todo, del vinculo y la amistad que este genera. Me comentó su interés al respecto, por lo que convinimos en empezar al sábado siguiente. Por aquel tiempo me preguntaba: ¿Quiénes jugarían? ¿Dónde jugaríamos? ¿Gustaría algo tan desconocido? y demás preguntas, propias del miedo al empezar algo nuevo.

Fui entonces con estos interrogantes y con una pelota muy distinta a la redonda y universal numero 5. Así, para el asombro de quienes la veían por primer vez en su vida, en una cancha de tierra de 10 metros de ancho por 40 de largo, comenzó a girar y a volar una pelota ovalada en Retiro. Luego de unos pases, propuse una tocata, cosa que resultó sumamente novedosa y divertida y que hizo que más gente se vaya sumando, por lo que debimos mudarnos a una cancha de futbol 9, donde convivimos en paz junto a tres partidos de fútbol simultáneos. Y por un momento, esos que se guardan para siempre, grabé lo que estaba viviendo: grandes, chicos y mujeres (sí, aquí el prejuicio deportivo machista no existe) haciendo contacto por vez primera con una pelota desconocida, riéndose de las torpezas que da el intentar aprender algo nuevo.

Todo eso fue el primer día…Todo eso me llenó de alegría y felicidad. Todo eso me convenció de que se podía. Seguí llevando la pelota hasta que un buen día la dejé…

Con el tiempo, me enteré que orgullosos comentaban que jugaban al rugby. Fue entonces que decidimos darle forma al proyecto “Los Pumas del Campito”. Abrimos la convocatoria a amigos, que de a poco se fueron sumando y que hoy son base y esencia del mismo.

Desde ese ayer hasta este hoy, nos han pasado inolvidables cosas, como ser nuestro primer partido contra Virreyes o el seven interno. Con la sincera integración que da el deporte, nos sentimos parte de un todo, vengamos de donde vengamos, seamos de donde seamos. Conocimos gente que está en la misma que nosotros, que es lo mismo que nosotros. Y en eso estamos, felices de vernos crecer, felices de encontrarnos, felices de sentirnos llenos, felices de sentirnos mas humanos.

Un pedido

Hace 1 mes, a uno de los chicos que juega con nosotros se le quemó la casa. Tiene 5 hermanos, con los que vive en un cuarto. Necesitamos materiales para construirla de nuevo (el valor de todo seria alrededor de 5.000 pesos). Si creés que podes ayudarnos mandanos un mail: martinhdotras@hotmail.com