La Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA), a través de su presidente, Luis Cafasso, había dado casi por segura la modificación del sistema del campeonato que desde hace un tiempo viene realizando la entidad. El anuncio respondía a un reclamo que solicitaba la mayoría del ambiente, sobre todo los jugadores.

Se mantenía la cantidad de equipos (24) disputando la primera etapa de la zona campeonato, pero se reducía el número de clasificados (pasaba de 8 a 6) para la rueda decisiva, divididos en dos grupos de seis clubes cada uno e incorporando un playoff entre los que arribaran en el segundo y tercer puesto para competir con los primeros en la puja por la copa.

Este sistema permitía varias situaciones. Fundamentalmente, tratar de elevar el nivel en la etapa clave de la pelea por el título, impidiendo resultados abultados entre los equipos de mayor poderío y los que no cuentan con tantas posibilidades. También, dejar libres algunas fechas para que el Nacional de Clubes organizado por la Unión Argentina de Rugby (UAR) no se encime tanto con el de la URBA.

Claro que al jugarse menos partidos, había que negociar con la televisión (ESPN). Existió tiempo de sobra, porque ningún otro deporte tiene tanto descanso en su competencia como el rugby porteño, si se tiene en cuenta que la final de 2005 se disputó el 29 de octubre, que el sorteo para este año se hizo el 27 de febrero y que la edición 2006 comenzará el 8 de abril.

Sin embargo, el mismo Cafasso, horas antes del sorteo, anunció que el sistema seguirá siendo el mismo como consecuencia de que la respuesta de la gente de ESPN no llegó a tiempo.

Cuando los dirigentes se sentaron a charlar del tema con la TV, escucharon que si bien el torneo no resultaba atractivo para la pantalla por su nivel desparejo, estaban dispuestos a algunos cambios y plantearon la posibilidad de agregar los cuartos de final a las semifinales y final. Desde la URBA resistieron esta alternativa y sí observaron con buenos ojos los playoffs.

El asunto es que cuando Cafasso intentó llevar a cabo la iniciativa se topó con la fuerte negativa de algunos de los clubes más poderosos de la URBA. Incluso, uno amenazó con retirar a sus dirigentes.

Allí fue cuando el titular de la URBA dio marcha atrás y declaró a través de su nueva gente de prensa que el campeonato seguía igual porque la respuesta de ESPN no llegó a tiempo y, además, porque atrasar más la decisión era “una falta de respeto” a los clubes.

La impericia de los dirigentes trató de ser ocultada bajo el fácil slogan de echarle la culpa a la televisión, que no tiene siempre la culpa de todo. Y la realidad es que los jugadores tendrán que disputar otra vez un torneo que no los entusiasma por su sistema y que provoca diferencias deportivas muy marcadas entre unos y otros.