“Me da mucha bronca y, también, mucha impotencia”, nos decía Marcelo Loffreda hace unos días, cuando le preguntábamos qué sentía cuando observaba los partidos del Seis Naciones y veía que Los Pumas podrían ganarle a cualquiera de los que están disputando el torneo anual más importante que tiene el rugby, junto al Tres Naciones. Pero el Tano agregaba otro dato de importancia: “Además me da orgullo, porque Los Pumas vienen de ganarles de visitantes a Escocia e Italia, que son los equipos que más progresaron”.

Ya se sabe de memoria que el seleccionado argentino corre con una enorme desventaja al estar tan lejos de las potencias económica y geográficamente. Y que también llegará al Mundial del año próximo con muy pocos test de importancia sobre las espaldas. Cuando Loffreda habla de impotencia, se refiere a que la posibilidad de insertarse en una competencia anual internacional aparece como imposible, al menos por bastantes años más.

Tres dirigentes de la UAR viajaron al seven de Wellington, en Nueva Zelandia, en busca de nuevas posibilidades. Pero sólo volvieron con la posibilidad de jugar este año un par de test contra seleccionados del Pacífico Sur, que se encararían con los rugbiers que están actuando en el país.

Por otra parte, el enorme déficit económico por el que atraviesa la UAR obliga todavía a realizar más recortes. No habrá posibilidades de repetir una miniconcentración en Francia con los que actúan en Europa ni tampoco para contratar a algunos colaboradores para que sigan las actuaciones que tienen los argentinos en el Viejo Continente.

Loffreda ya se reunió con Richard Handley y José Luis Rolandi (los dos dirigentes que estarán más cerca de Los Pumas) para encontrarle alguna solución al tema. “Yo estoy en permanente contacto con los jugadores, y no lo hago sólo por los temas rugbísticos, pero no tengo oportunidad de ver cómo están rindiendo en sus equipos”, comentaba Loffreda.

Hay una idea de convocar a ex Pumas que ahora estén viviendo en Europa para que funcionen como nexo con Loffreda y uno de ellos podría ser Mauricio Reggiardo.

Con una profesionalización que aumenta sin descanso, la situación del rugby argentino en el plano internacional cada vez se complica más. No alcanzará con el milagro que suelen generar los jugadores. Se necesitará del ingenio y de la audacia para trazar una política.