Este sábado que pasó en el torneo de la URBA debería servir para que el rugby argentino disponga de un momento de reflexión para analizar y tratar de modificar algunos hechos que no son nuevos y que ya han alcanzado un grado profundo de preocupación. No se trata de machacar en este instante sobre el dolor y el duelo de la gente de Los Matreros, especialmente de Pablo Nieto, cuyo padre murió tras los incidentes en el partido con San Albano. Sí de que esto no quede en el olvido.

Las agresiones entre jugadores, al árbitro y los gritos desafiantes que parten desde afuera se están transformando en mucho más que hechos aislados. Ya habían sido advertidos hace un tiempo por varios clubes, que creyeron necesario recordar cuáles siguen siendo los fundamentos por los cuales se juega al rugby. Incluso, algunos remarcaron que aquellos que no los cumplan podrían hasta ser suspendidos como socios. En este mismo espacio de Clarín se reprodujo esta circunstancia.

Pero la situación empeoró en ese sentido. En los partidos de todas las categorías se multiplican las tarjetas amarillas y rojas y, lo más preocupante, los casos aumentaron en estos tres últimos sábados, cuando se empezaron a jugar las zonas que definen los campeonatos y los descensos.

Ya el fin de semana anterior se vivió un episodio desagradable cuando tras la derrota, el público de Pueyrredón despidió al árbitro con aplausos irónicos en el encuentro frente a Hindú.

Sería necio negar que los rugbiers argentinos sufren durante la semana los mismos problemas de la gran mayoría de los que viven en este país. Pero el rugby es un lugar amateur para encontrar allí, precisamente, otros códigos, que pasan por divertirse, respetar a los otros y competir, sólo por el placer de competir.

Será tarea de los clubes impedir que estos episodios se extiendan. Se trata, simplemente, de volver a las fuentes. Porque este es un deporte que sin límites es peligroso. Basta con ver (y este es otro tema para reflexionar) la enorme cantidad de lesionados que se dan fecha tras fecha, como los cuatro cambios que debió realizar Los Tilos sólo en el primer tiempo ante el SIC.

Hay tiempo y gente para modificar esta situación. El rugby argentino necesita que los maestros (no importa la edad) hablen más de esto durante la semana incluso que sobre los esquemas. Que se hable de lo que significa este juego y de lo que deja para la vida. Eso: para la vida.