El rugby es un deporte que contagia una pasión y un espíritu de compañerismo tan especiales, que tiene el don de llevarse adentro para toda la vida. El año pasado reflejamos la historia de un grupo de personas que se unió a lo largo de toda Italia para formar un equipo integrado por argentinos que, muy lejos de los círculos profesionales, compite en sevens y torneos regionales. Ahora encontramos una vivencia parecida en la española Isla de Tenerife. Allí es donde vive el Club de Rugby Ñandú de Adeje.

Los argentinos fanáticos del rugby que recalaron en esa zona de Europa se juntaron hace dos años para formar un equipo al que primero llamaron Tenerife Rugby Club. El 11 de junio de 2003 decidieron que era hora de competir. Y se presentaron al Seven de Canarias. Con 10 jugadores y dirigidos por Rubén Valenzuela y Fernando Castro (ex del legendario Club Porteño de Buenos Aires), asombraron llegando hasta la final y cayendo recién frente al campeón de Canarias.

No había que quedarse con eso. Entonces, buscaron todos los lugares posibles para darle vuelo a la ovalada. Las playas de Los Cristianos y de Las Teresitas y un campo de Anaga fueron testigos de entrenamientos que encontraron poco más tarde la conformación definitiva del Adeje Rugby Club, que con una camiseta verde se presenta en la Copa Cabildo de Tenerife. El resultado fue lograr el campeonato de la Isla.

Fueron por más: con la colaboración del Ayuntamiento de Adeje y de comerciantes de la zona, consiguieron reunir los requisitos para inscribirse en la Liga Canaria, cuyo campeón tiene el derecho de jugar la fase de ascenso a la primera división de España.

Perdieron los dos primeros partidos, pero en plena Navidad del 2003 decidieron entrenarse más que nunca, refrescar todo lo aprendido en la Argentina y allí comenzó una remontada que los depositó en el segundo lugar, a sólo dos puntos del campeón, Universidad Las Palmas.

Hoy, el plantel lo componen 25 jugadores. Y el estatuto número 1 de la gente de Ñandú es juntarse en el cumpleaños de cada uno. El que festeja compra el asado, el resto la bebida y el regalo es, claro, una pelota de rugby. Hasta Tenerife llevaron la tradición del tercer tiempo, celebrado siempre con una gran parrillada.

Ni se conocían cuando empezaron y hoy forman una gran familia. Escribieron desde Tenerife para tratar de colaborar con la gente que le enseña rugby a los chicos de Virreyes, en la zona Norte del Gran Buenos Aires. Porque el rugby es capaz de historias así.