A la hora de las cargadas tan típicas en el deporte, todo el ambiente rugbístico —sobre todo por el lado de CASI, su archirrival— le endilga a la gente de San Isidro Club que se ríe poco y que carece tanto de la efusividad al punto que cuando logra un título lo único que rescata es que “lo importante es que se mejoró el juego”. Ya en serio, todos reconocen que el bicampeón de Buenos Aires es quizá el mejor club en cuanto a organización y el que más horas le dedica a todo lo que significa el juego. Por algo ha sido el amplio dominador de la escena en las últimas tres décadas y media. Y quienes lo integran, además, creen fervientemente en lo que hacen y tienen una tenacidad poco habitual para imponer sus proyectos.

Emilio Perasso, el hombre que en un par de semanas quedará consagrado como el nuevo presidente de la Unión Argentina de Rugby (UAR), no nació rugbísticamente en SIC, pero es su cerebro y su cara más visible.

El Gringo Perasso habla siempre de mejorar el juego, es poco efusivo, es sumamente abierto con la prensa a la hora de dialogar sobre rugby, pero jamás adelantará alguna de sus decisiones y es, sobre todo, un apasionado de la organización. No debe haber, en ese aspecto, alguien como él en Argentina. Y pocos —casi ninguno— le deben dedicar tantas horas diarias al estudio de la técnica y de lo que es el mundo del rugby.

Perasso ha sido el hombre con el que SIC fue ganando espacios dentro de la UAR. En los últimos años estuvo al frente del comité de Selección y ahora llegará a la presidencia después de vencer en una elección interna de la Unión de Rugby de Buenos Aires (URBA) a Luis Gradín, quien denunció un pacto URBA-UAR por el que Buenos Aires siguió resignando un lugar en el Consejo Directivo. Sin que haya razones de peso, el Interior tiene hoy siete plazas contra cinco porteñas.

La llegada del escribano Perasso asegura, aunque él no lo diga, la continuidad de Marcelo Loffreda, quien ahora ocuparía el lugar de head coach.

Si a SIC se le ha criticado siempre desde la oposición sus proyectos hegemónicos en lo que se refiere al juego, sería oportuno que ahora se abriera un poco más al abanico y que se busque —si verdaderamente las hay— a personas que traigan otras ideas.

Es que sería importante no abrir frentes en Los Pumas pues el camino por el lado de la conducción de la UAR no asoma como algo sencillo. Es más: se avecinan tiempos de difíciles decisiones y de durísimas discusiones. Bienvenidas, siempre y cuando sean con un objetivo colectivo y no individual.