Hoy por la noche los seis jugadores que quedaron afuera de los 30 que irán al Mundial sabrán a través de los entrenadores Marcelo Loffreda y Daniel Baetti los motivos de sus exclusiones. Será, sin dudas, el momento más difícil de este ciclo de más de tres años. Mañana a la tarde se hará el anuncio oficial. Y ahí sí, empezará la verdadera cuenta regresiva hacia el 10 de octubre, día del debut frente a los Wallabies campeones del mundo. Pero éste es un momento para reflexionar alrededor de varios aspectos, que no pasan por una especulación sobre cuál puede llegar a ser la decisión final sobre los que viajarán a Australia.

Si la evaluación fue tan cerrada y hubo que esperar hasta el último partido es porque los 38 jugadores designados para encarar la recta final (aquí también se incluye a Santiago González Bonorino, quien renunció por problemas personales y a Octavio Bartolucci, lesionado ayer) merecían ir al Mundial. Por eso será un momento duro, porque los siete que se queden afuera dejaron todo y, además, mostraron en este tiempo que están en condiciones de jugar a nivel internacional. Y esto se debe a que después del impacto de Gales 99, el rugby argentino optó, de una buena vez por todas, apuntalar al juego y a Los Pumas, que son el espejo de todos.

Hubo en estos años situaciones inéditas, porque Loffreda y Baetti se convirtieron en los primeros entrenadores que llegan de un Mundial a otro, sin problemas en el medio. Más aún: a la dupla la designó Luis Gradín, en ese momento presidente de la UAR. Y la ratificó su sucesor, Miguel Servera. Ambos estuvieron seriamente enfrentados cuando uno dirigía la UAR y el otro la URBA. Pero se dejaron las internas de lado y prevaleció el sentido común.

A nivel Selección se ha realizado un trabajo serio desde todo punto de vista, más allá de las discrepancias lógicas que se pueden y se deben tener sobre los sistemas de juego y organización. Se probaron todos los jugadores, se mejoraron las condiciones económicas para los que actúan en la Argentina, se jugó contra absolutamente todas las potencias de igual a igual —salvo en las giras por Australia y Nueva Zelandia—, se armó un plan de entrenamiento físico que hoy muestra a Los Pumas en un primerísimo nivel internacional, se viajó al exterior para reunirse con los que juegan en Europa, se realizó una supervivencia que dejó resultados óptimos y la cabeza del equipo le quitó horas a sus actividades para ponerse al tanto de todo lo que ocurre en el mundo.

Por eso hoy Los Pumas se muestran como un equipo bien en serio. Más adelante, el rugby argentino deberá ponerse a trabajar en otros aspectos en los cuales ha quedado muy atrás con respecto al juego.