Una carta o una dedicatoria llevan siempre un mensaje auténtico, porque sale del corazón y no de la cabeza. La historia que hoy vamos a contar nos llegó a través de un email, y es una de las tantas que certifican ese vínculo tan especial que existe en el rugby entre las diferentes generaciones. Todo empezó en 1981, cuando el Belgrano Athletic Club jugaba el repechaje con Los Matreros para tratar de evitar el descenso. Fueron dos partidos terribles, con mucha emoción y fervor en la tribunas.

Una de las figuras de aquel equipo de Belgrano era Agustín Chiche Badano, quien en esos encuentros terminó sacando chapa de ídolo al ser no sólo la figura, sino a aguantar buena parte de los 80 minutos con una seria lesión. El club de Virrey del Pino se salvó del descenso, y los cientos de chicos que estaban en las tribunas festejaron emocionados.

Antes de retirarse del club, uno de esos chicos, de por entonces 12 años, decidió que debía hacer algo más. Y le escribió una carta a Badano. Allí le decía: “Chiche: Te escribo para felicitarte por todas las ganas que pusiste para que Belgrano se quedara en 1ª división. Yo me llamo Jorge Botas, ‘El Cordobés’, juego de 3ª línea en 8ª división. Fui a ver los dos últimos partidos y a mi criterio fuiste el mejor jugador de la cancha en las dos oportunidades. Cuando sea mayor, me gustaría ser como vos. Jorge Botas”.

La historia, que en realidad nunca se interrumpió, tuvo su vuelta hace muy poco. El Cordobés Botas, ya jugador de la primera, y Chiche Badano, uno de los actuales entrenadores, viajaban juntos hacia una cancha para defender los colores de Belgrano. Allí, Botas se animó a contar lo que hasta allí había guardado en su corazón. Y le dijo a Badano: “¿Sabés que cuando era chico y jugamos el repechaje del 81, yo te escribí una carta para expresarte mi admiración? Te la dejé en la portería del club y seguro que se perdió y nunca llegaste a leerla”. Badano lo miró y le contestó: “Yo recibí tu carta y la he conservado con mucho cariño en todos estos años”.

Unos días después, Badano le llevó a Botas una fotocopia de aquella carta escrita 22 años antes. En el reverso, ahora había un mensaje de Chiche para El Cordobés: “Querido Jorge: Esta carta tuya me sirvió muchas veces de aliento en circunstancias duras de mi vida, y me motivó para ser buen ejemplo para los que me rodean. Aunque 22 años más tarde, te digo: ¡Muchas gracias, Cordobés! Chiche”.

Habrá, seguramente, cientas de estas historias, y no sólo en el rugby. Son historias que tienen que ver con la pasión y el corazón. Y que no se terminan nunca.