Hay algunos temas que cuesta entender en el rugby doméstico. Uno es el a veces incomprensible criterio que tiene la comisión de disciplina de la URBA para fallar, y también para evitar la difusión de lo que se decide como si se tratase de un asunto de Estado. Ejemplo 1: hay varias canchas suspendidas y pocos saben por qué y dónde se va a jugar. Ejemplo 2: el despropósito en el caso Sporleder-San Albano, en el cual prácticamente todos (agresor, denunciantes, denunciados y encargados de dictaminar la sanción) desconocieron los códigos más elementales, y no nos referimos sólo al rugby. El otro es la programación y las características del torneo. Y aquí basta con remitirse a lo que ocurrió con la última fecha, que tuvo una insólita -aunque no es la primera oportunidad que esto pasa en Semana Santa- seguidilla de partidos el jueves, viernes y sábado.

Hoy trataremos de detenernos únicamente en la forma con que se encara el torneo de la URBA. En la conferencia de prensa en la cual se presentó al sponsor, el flamante presidente, Jorge Cafasso, dijo que “para las decisiones hemos convocado a los jugadores, y diagramamos el torneo de acuerdo a lo que ellos nos plantearon”. Puede ser, pero también es cierto que la gran mayoría de los jugadores no está de acuerdo con esta forma de campeonato (algunos ni siquiera lo alcanzan a entender). Es que, generalmente, a la sexta o séptima fecha ya está casi todo decidido y muchos partidos pasan a ser enfrentamientos donde no se lucha por nada. Es verdad: en el rugby los más importantes son los que juegan y todos sienten el placer de salir a una cancha, pero es un campeonato de Primera en el que supuestamente se pelea por los puntos. Y el atractivo disminuye cuando uno sabe que no juega por puestos importantes. Hay que ver si por allí hay una explicación a las deserciones que se suelen producir a mediados de la temporada.

Otro aspecto a tener en cuenta son las fechas. No hay objeción sobre que algunos equipos se verán perjudicados cuando sus jugadores sean convocados para el Mundial. ¿Pero había necesidad de encimar prácticamente la final del torneo con el debut de Los Pumas en Australia 2003? ¿Es tan difícil encontrar un sistema que no ofrezca sólo seis meses de competencia y otros seis de descanso?

Pero sería injusto señalarle esto sólo a la URBA. Por ahora, el segundo test contra Francia, en la cancha de Vélez, se disputará el 20 de junio porque los blues necesitan viajar al otro día a Australia. El feriado del 20 se pasó al 16. O sea, Los Pumas jugarán un viernes. Y, seguramente, de noche. Insólito.