Hoy es un día para ejercitar la memoria, para sacudir a aquellos que creen que es fácil olvidar. Hace 27 años, la Argentina sufría el peor golpe de su historia. La irrupción de los militares dejó, entre otras cosas, 30 mil desaparecidos y una fractura que difícilmente pueda ser superada por la sociedad. Por eso, en este 24 de marzo este espacio del rugby es para los desaparecidos de este deporte. Y en un ámbito en el que en aquella época nefasta muchos miraron para otro lado, varios colaboraron con el régimen y otros nunca se animaron a hablar, recordaremos aquí a los jugadores de La Plata Rugby Club.

Mario Barandiaran, quien realiza un trabajo tan silencioso como efectivo en la URBA, es un hombre con memoria. El nos ayudó a reconstruir la historia de cómo sufrió los embates del Proceso la gente de La Plata, su club. “Yo diría que la represión, que arrancó antes del 76 con la triple A, arrasó con casi todas las camadas del 51 al 57. En aquella época, los chicos se iban enseguida de los entrenamientos y los días de partido no se quedaban al tercer tiempo. Había mucho miedo, porque en La Plata todos tuvimos algún familiar, amigo o conocido desaparecido”.

De la charla con Barandiaran surgen algunos nombres: Hernán Roca, Mariano Montequin, Otilio Pascua, el Chueco Santiago Sánchez Viamonte y Pablo Balut. Todos eran excelentes jugadores y formaron un equipo de seven que hizo historia en La Plata. Todos ellos están desaparecidos. Pero no son los únicos. Decenas de rugbiers dejaron de jugar. Algunos se exiliaron; de otros nunca más se supo nada.

“Todos llevaban al rugby el compromiso que tenían con la vida. O sea, colaboraban en el club con todo lo que hacía falta, pero jamás intentaron que alguien coincidiera con sus ideas políticas. Y trataban de proteger al resto. Fueron tiempos durísimos, porque suponíamos que teníamos algún infiltrado dentro del club”, cuenta Barandiaran.

Barandiaran aporta dos opiniones muy valiosas. Dice que “el rugby en este caso no importa”, cuando se le señala que, entre otras cosas, aquella sangría horrorosa postergó un par de décadas la irrupción de La Plata en el rugby grande, con el título de 1995 incluído. Y aclara que “el club nunca podrá superar todo lo que pasó. Jamás. Porque además no tenemos dónde llevarle una flor a nuestros amigos”.

En las paredes del La Plata Rugby Club todavía están colgadas las fotos de aquellos jugadores. Nunca las sacaron. Y eso ayuda, sin dudas, a no perder la memoria. De eso se trata. De no olvidar, sobre todo en un día como el de hoy.