Hay personas que son inolvidables estén o no estén, y que su recuerdo permanente va más allá de fechas o aniversarios. Cuando uno aborda estos temas le aparece también aquello de que los sentimientos no tienen muchas explicaciones. Es complicado encontrar palabras para describir lo que a uno le corre por adentro del alma. ¿A qué viene esta introducción? Es que la semana pasada, en este mismo espacio, escribimos la historia de un personaje a quienes sus amigos decidieron cumplir con lo que él deseaba y transformaron su velorio en un tercer tiempo. La nota del lunes pasado había sido titulada “Un personaje fanático hasta la muerte”. Y allí intentemos describir una de las tantas historias de pasión que ofrece el rugby. Eso, contar historias, brindar opiniones y acercar informaciones son algunas de las cuestiones por las que Clarín creó este espacio que no por casualidad se llama Tercer tiempo. Es que aquí, humildemente, queremos reflejar ese espíritu que se da después de cada partido.

Lamentablemente, y nos hacemos cargo de lo que nos corresponde, la familia del personaje del que hablamos la semana pasada se sintió agraviada por algunos términos y comentarios que hicimos. Hablamos largo y acaloradamente con la sobrina, quien manifestaba el dolor que sentía su madre, hermana del fanático del rugby en cuestión. Y, nobleza obliga, le ofrecimos hacer las aclaraciones correspondientes en este mismo espacio.

Aquella nota intentó ser un homenaje a uno de los tantos personajes que le dieron y la dan vida al rugby, jueguen o no. No pretendimos ser ofensivos al mencionar que nuestro personaje pertenecía a una secta que se reunía los primeros lunes de cada mes para hablar de rugby hasta no dar más. Valoramos esas sectas, más allá si estamos o no de acuerdo con lo que opinan. Y aquí lo más importante: cuando escribimos que el velorio fue una especie de tercer tiempo no lo hicimos con la intención de reflejar un baile. Todo lo contrario. Nos pareció un acto de amor de sus amigos de toda la vida.

En la semana recibimos una nota del marplatense Coco Gutiérrez, quien conocía muy bien a nuestro personaje. Allí, Coco dice: “Sólo le faltaba ser mujer para enamorarte en todo sentido de tan linda persona”. Bueno, eso es lo que intentamos reflejar de Jorge Coqui Bosch, el personaje a quien no habíamos mencionado el lunes pasado. Lo velaron en La Cueva, el lugar por excelencia del rugby en el CASI. La nota del otro lunes, insistimos, quiso ser un homenaje. Y la de hoy creímos que necesitaba una aclaración para su familia.