El rugby, en general, siempre ha mirado con recelo al periodismo. Antes, en épocas de férreo amateurismo, existía el prejuicio de que se trataba de una actividad profesional que “se metía” en un ambiente en el cual nadie cobraba un peso. Ahora, quizá por la gran aparición de sponsors y dinero para Los Pumas, la situación se suavizó un poco, pero, hay que decirlo, las relaciones no suelen ser óptimas y muchas veces el rugby pone a la prensa en los últimos lugares en su orden de prioridades. Hace un par de semanas, en la cena anual de la URBA, el presidente Carlos Varone arrancó su discurso saludando a todos, inclusive a la gente de ESPN (uno de sus principales sponsors), salvo a la prensa. Sí lo hizo al final, junto a todos los que ya había mencionado al principio. Es probable que se haya tratado de un olvido involuntario, pero no pasó inadvertido.

Ese recelo muchas veces se tradujo en un argumento tan típico como absurdo no sólo en el rugby, sino en la mayoría de los deportes, y que se trata de una descalificación a aquel que no jugó al rugby. ¿Se imaginan, por ejemplo, que a un crítico de teatro le digan que no puede cumplir con su función porque nunca fue actor? ¿O que un periodista de política no pueda escribir de su tema porque nunca fue político? ¿O lo mismo con un especialista en temas policiales porque nunca fue policía? Lamentablemente, esto también varias veces es fomentado por algunos periodistas-ex jugadores.

¿A qué viene esto? Es que a comienzos de diciembre se creó la Asociación de Periodistas de Rugby de Argentina (APRA). Fue una iniciativa de Frankie Deges, quien acercó el modelo que utilizan los cronistas británicos. No se trata de un emprendimiento coorporativo, y es verdad que aún no se delinearon bien las bases, pero quizá esto no sólo sirva para mejorar las condiciones de trabajo de los periodistas (una tarea que no sólo le corresponde al rugby), sino para imponer el respeto y dividir el terreno: unos juegan o dirigen (sin o con dinero) y los otros informan e investigan.

Hay que ser justos y afirmar que mucho se mejoró en los últimos tiempos. Pondremos un solo ejemplo: Hindú, un club que históricamente tuvo problemas con la prensa, hoy tiene un encargado de las relaciones con la prensa (Carlos Solari, el papá de Tomás, ex tryman de la URBA) que es un hombre respetuoso y que trabaja tratando de facilitar la tarea de los cronistas.

La iniciativa de la APRA, un espacio en el cual los periodistas también deberemos hacer nuestra autocrítica, quizá sirva, el tiempo lo dirá, para al menos disminuir todavía más ese recelo.