Grandes
#DaleJeroN #FuerzaJero @AllBlacks pic.twitter.com/hfDkp1IS7Y
— San Isidro Club (@SanIsidroClub) September 27, 2016
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Periodismo Rugby es un blog creado por
Jorge Búsico en 2006.
Desde su creación es un espacio en el que informamos y opinamos sobre todo lo que sucede alrededor del rugby internacional y nacional sosteniendo una opinión periodísticamente independiente.
Por algo son los mejores…. porque son humildes, solidarios y tienen empatia.
Respect
Esos son los gestos que los enaltecen, duros contendientes a la hora de jugar y solidarios a la hora de sumar…
Un ejemplo a seguir, por todo lo que son y por todo lo que inspiran!.
Mis respetos!
me saco el sombrero con estos all blacks.
grandes en serio
santiago
En otras ocasiones tendería a dudar: “será cierto que salió de ellos mismos la iniciativa de enviarle un mensaje de ánimo a Jero Bello, o alguien les pidió?”
En este caso no lo dudo. Son únicos. Gracias All Blacks por ser los mejores del mundo y por enseñar y predicar con el ejemplo.
Fuerza Jero, seguís en nuestras oraciones!
Si alguien sabe algo de sus avances y quiera o pueda ir contando estaría muy bueno. Ya que no soy del SIC y no tengo acceso a esa información.
Better people make better All Blacks habia una frase… 100% verdad, son GRANDES en todo sentido.
Los Gigantes de las cabezas azules
El viejo trató de entrar al vestuario neozelandés para saludar, pero se topó en la puerta con los novatos del equipo cargados de maletas. Dejó paso al gigante Luatua y tras él creyó reconocer a Piutau, el último diamante de los All Blacks. Intentó ingresar de nuevo en el vestuario, pero esta vez tropezó con un monstruo de ciento veinticinco kilos, Charlie Faumuina. Entonces se escuchó un grito procedente del fondo de la sala:
—Charlie, ¿no te han enseñado a respetar a tus mayores? Deja pasar, joder. Pasa, Rala, estás en tu casa.
El pilar maorí se apartó dejando entrar a Patrick O’Reilly, utilero de Irlanda desde hace veinticinco años y de los British Lions en las dos últimas giras, quien se encontró con un cuadro asombroso, casi surrealista.
En un rincón Andrew Hore, treinta y cinco años y ochenta y ocho caps con Nueva Zelanda, se retorcía bajo un armario tratando de recoger un rollo de vendas vacío.
Frente a él, escoba en mano, Richie McCaw y Kevin Mealamu (doscientas veinticinco internacionalidades entre los dos) daban la última pasada al vestuario.
Mientras, en la otra punta, Kieran Read, el mejor jugador del mundo en 2013, y el incontenible Ma’a Nonu anudaban las bolsas de basura de las papeleras del vestuario que los All Blacks habían ocupado en el Aviva Stadium aquella tarde histórica, el día que habían logrado cuadrar el año perfecto (catorce triunfos en catorce partidos).
—¿Pero qué cojones están haciendo, chicos? Hay gente que cobra por hacer esto.
McCaw esperó a que todos sus compañeros salieran del vestuario, apagó las luces, cerró la puerta, echó el brazo por encima a Rala, como si de un colega de toda la vida se tratase, y le susurró al oído: Sweep up after yourself (algo así como «Deja las cosas como te las encuentras»).
El primer mandamiento no escrito de los All Blacks: Humildad.
Sin embargo, no siempre fue así…
(15 de agosto de 2004)
Wayne Smith se levantó de su asiento, enfiló el pasillo y caminó hacia la parte trasera del avión.
Darren Shand advirtió la ira en su rostro y le siguió apresuradamente. Smith no es precisamente un tipo diplomático. Cuando Shand alcanzó a Smith, este se giró y le retó amenazante:
—Es imposible. No hay manera. O lo arreglamos o me marcho. Este equipo es culturalmente disfuncional.
«Culturalmente disfuncional…». La expresión retumbó en la parte trasera del avión, donde un ejército de zombies dormitaba.
El asistente de Graham Henry no se refería a lo ocurrido en el partido ante los Springboks, en el que los All Blacks habían caído estrepitosamente por cuarenta puntos, sino a lo vivido horas después en el hotel de Johannesburgo.
Los neozelandeses habían regado la derrota generosamente en alcohol hasta el punto de que al regresar los sudafricanos al hotel, tras celebrar el triunfo, tuvieron que sortear a media docena de kiwis que se esparcían borrachos por el suelo en los pasillos del hotel.
Aquel vuelo de vuelta supuso un punto de inflexión en la historia de los All Blacks.
El habitual ceño fruncido del cáustico Henry se arqueó aún más cuando el entrenador de desarrollo mental de los jugadores, Gilbert Enoka, ofreció un descarnado diagnóstico: «No podemos trabajar toda la semana y que la fiesta del sábado les deje KO hasta el lunes con una borrachera”.
Henry asumió la dirección de los All Blacks para romper la maldición que perseguía a los kiwis, incapaces de repetir el título mundial del 87. Había heredado una selección veterana, anárquica y juerguista que venía de fracasar en 2003 en la semifinal ante Australia.
Pero el último puesto en el Tri Nations de ese 2004 era «demasiado».
Nada más aterrizar en Nueva Zelanda convocó una reunión de urgencia en la sede de la New Zealand Rugby Union.
Horas después, ocho personas entraban en una pequeña sala: el propio Henry, sus asistentes Wayne Smith y Steve Hansen, Gilbert Enoka, el manager Darren Shand, Brian Lochore (eminencia del rugbyneozelandés que había sido capitán, entrenador y manager de los All Blacks), el capitán Tana Umaga y el segundo capitán Richie McCaw.
La puerta se mantuvo cerrada setenta y dos horas y los implicados coinciden en que fue el momento más importante de la historia reciente del rugby neozelandés, hasta la final de 2011.
Smith repitió su teoría de la «disfuncionalidad cultural» del equipo y todos asumieron su diagnóstico. Seguidamente tomó la palabra Lochore, quien habló de la necesidad de crear «una atmósfera que estimulase a los jugadores y les involucrase más».
Para ello propuso una idea que resultó decisiva, y sobre la que se edificó la «Cultura All Black»:
Better People Make Better All Blacks…
HERMOSO RELATO. ACA A LA LIMPIEZA DEL VESTUARIO TE LA HACEN LOS BARRABRAVAS DE ESTUDIANTES EN EL UNICO DE LA PLATA, LA PANDILLA DE VELEZ Y LA BANDA DE PILIN BRACAMONTE EN ROSARIO CENTRAL.