Pumas50
Mañana se cumplen 50 años del partido que cambió la historia del seleccionado argentino. El del 11-6 ante los Junior Springboks, en el Ellis Park de Johannesburgo. El comienzo de la leyenda de Los Pumas. Aquí, un extracto del libro El Rugido, que escribí y que está en las librerías.
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BAUTISMO
A las 3.25 de la tarde del sábado 19 de junio de 1965, Otaño, con su vista al frente, salió caminando al césped del Ellis Park. Detrás de él, Loyola. Tercero en la fila, Silva; cuarto, García Yañez. Y así hasta el último, Cazenave. Inmediatamente, los Junior Springboks, vestidos con camiseta azul y cuello blanco liderados por su capitán Brian Irvine, ingresaron corriendo, con la frente en alto y el pecho inflado, como era característico en los equipos sudafricanos, orgullosos de su vitalidad física.
Piet Robbertse pitó el kick-off y la patada de Poggi fue recibida por el octavo Slabber, quien la devolvió con otro kick al campo argentino. Esos primeros 10 minutos fueron de tanteo, con los Junior Springboks jugando más en ataque.
A los 12, de un penal en un scrum, el fullback Dries Pretorius tuvo la primera gran oportunidad para abrir el marcador. Se trataba de un envío muy factible para sus antecedentes de muy buen pateador, sobre las 22 yardas argentinas, levemente esquinado a la derecha. Pero la patada de Pretorius fue calamitosa; extremadamente desviada sobre la derecha y sin altura siquiera. Los Pumas se salvaban. En uno de los tantos viajes en micro a un entrenamiento, los argentinos lo habían visto a Pretorius practicando solo envíos a los palos. Lo vieron a la ida y a la vuelta. Van Heerden les contó que Pretorius cobraba por ello.
Cuatro minutos después del penal errado, luego de un scrum robado por González del Solar, Etchegaray puso el juego en campo sudafricano con un kick. De un line ganado por los Junior Springboks, Pretorius cometió un knock-on. Scrum y taconeo rápido de González del Solar, palomita de Etchegaray para Poggi, quien corrió sesgado. El apertura se la dio a Rodríguez Jurado, quien entraba derecho y como una tromba. El centro del SIC limpió de un hand-off a van der Schuyff, quebró la línea de ventaja y le colocó un soberbio pase entre tres rivales a Pascual, quien venía lanzado en diagonal. Pascual puso quinta sobre el cierre del 11, Ackerman, y levantó vuelo. Voló con la pelota entre sus dos manos. Voló hacia la eternidad, para apoyar dentro del ingoal muy cerca del banderín izquierdo. El estadio enmudeció y los treinta argentinos que estaban en la platea, justo de ese lado y en ese ángulo, explotaron de felicidad.
“Yo venía atrás, sobrando. Me la podía dar a mí, pero le grité: ‘Dale, dale’. Sabía que él llegaba”, recuerda Neri. “Cuando Arturo rompió la marca me di cuenta de que terminaba en try. Yo venía corriendo por ese lado y no podía creerlo. Después, cuando me vi en la foto, se notaba mi sonrisa”, cuenta Camardón, quien efectivamente aparece, de saco y corbata como juez de touch de ese lado, en la foto más inmortal del rugby argentino.
“Era la primera pelota que tocaba. Hasta ahí, todo había sido tackle y tackle”, rememora el Trompa Rodríguez Jurado, considerado por sus compañeros como el gran crack de ese plantel junto a Silva. “Arturo era un monstruo, de otra categoría. Yo venía viéndolo desde el fondo cómo de entrada lo había ablandado a su marcador”, agrega Cazenave.
El try, que no pudo ser convertido por Poggi, tranquilizó a Los Pumas y, por el contrario, incomodó a los locales. Sin embargo, los argentinos jugaban sobre el filo de la navaja con el reglamento, ya que el árbitro los sancionaba con asiduidad, especialmente en los scrums. Eso le dio a Pretorius tres oportunidades más para anotar. Dos desde la izquierda (la primera y la tercera) y una desde el mismo sector del primer penal. Las tres muy factibles. Las tres malogradas. Dos de ellas de una manera poco creíble para un jugador que se entrenaba especialmente para ello..
Los fallos a los palos de Pretorius, el dominio estéril y la solidez defensiva argentina empezaron a impacientar aun más a los locales, que, además, ya mostraban errores en el manejo. De aquella presión de la tercera línea que tanto había pedido y enseñado Van Heerden, llegó el segundo mazazo.
A los 27, Scharenberg y Silva fueron sobre el apertura Bladen a la salida de un scrum perdido por los argentinos. Ambos le hicieron volar la pelota, y el Mono fue pateándola hacia adelante, en lo que en esa época se conocía como dribbling. Cuando ya en las 15 yardas propias la tomó Ackerman, Loyola lo arrasó con un tackle feroz que le hizo perder la pelota. Scharenberg, que llegaba en apoyo, la levantó y se la dio a España, que venía corriendo sobre la derecha del ataque. El rosarino aceleró sobre el cierre de dos rivales y apoyó cerca de la otra bandera donde lo había hecho Pascual. “Fue la pelota soñada. Pegado a la raya corrí y esquivé al wing Serfontein y, cuando me cerraba el fullback, pisé para adentro”, relata España, para quien ese try “fue producto de todo lo que trabajó Van Heerden en las técnicas de las terceras líneas”.
El resultado quedó 6-0 para los argentinos y así cerró el primer tiempo. Faltaban 40 minutos para hacer historia.
En el descanso, se planteó continuar con la presión, especialmente sobre la pareja de medios, y jugar todo lo posible con el pie, para que los kicks largos de Poggi y Cazenave pusieran el juego en campo contrario. Para los argentinos era un Test, y había que jugarlo como se juega un Test.
Como era de prever, los Junior Springboks salieron desesperadamente a atacar en el segundo tiempo, pero la primera vez que Los Pumas pasaron la mitad de cancha, forzaron un scrum en las 5 yardas sudafricanas, casi debajo de los palos, con el fondo de los carteles publicitarios de Quinn’s Bread, 3 Kings, y Biscuits en el cielo del Ellis Park. La pelota salió sucia y Etchegaray la pateó como pudo. Desde donde nadie lo esperaba, apareció Loyola. El bravo cordobés lo pasó por arriba al apertura Bladen que cayó aparatosamente, y en el primer pique levantó la pelota y la apoyó bajo la hache.
“Hice varios tries así en la gira. Tuve la suerte de ser muy rápido de piernas, así que les estaba todo el tiempo encima a los medios contrarios. Pero no tuvo nada de espectacular ese try. Me encontré con la pelota, la levanté y ya estaba casi adentro del ingoal”, recuerda Loyola, quien esa tarde fue una pesadilla para Bladen.
La conversión de Poggi dejó el resultado 11-0. Nadie podía creerlo. Los sudafricanos estaban desconcertados, eran silbados por su público y no tenían ideas. Tenían la pelota, pero el control del juego era de Los Pumas. Pero eran sudafricanos y tenían orgullo, así que buscaron furiosamente descontar.
Primero, Pretorius falló otro penal, esquinado y desde lejos. Luego, a los 18, después de un line, la formación en la que más dominaron los locales, la pelota llegó a Ackerman, quien desbordó a Neri y combinó hacia adentro con el medio scrum Du Preez, quien apoyó cerca de la bandera. Pretorius no convirtió. 11-3.
Los últimos 20 minutos, con sombra del lado de la defensa argentina, fueron con los Junior Springboks intentando y Los Pumas tackleando. Conmovedoramente tackleando. El partido se calentó. Guastella y Van Heerden ya estaban adentro de la cancha, gritando y dando indicaciones. “En un momento no quisieron dejarnos pasar, pero Izak no sé qué les dijo y seguimos de largo. No aguantábamos un minuto más allá arriba”, describe Guastella.
Con los Junior Springboks atacando como podían, sin luces, Scharenberg, la gran figura, se desdoblaba en la marca. En realidad, el covering argentino fue sensacional esa tarde. Cada vez que un sudafricano sorteaba un tackle, aparecían dos argentinos para frenarlo. Faltando 5 minutos, Bladen se le escapó por primera vez a Loyola. El apertura corrió pegado al touch y le cedió la pelota a Du Preez, que venía apoyando por adentro. El medio scrum anotó su segundo try, pero tampoco convirtió Pretorius. 11-6.
Yendo desde el in goal hacia la mitad de la cancha, Otaño fue hablando uno por uno a cada uno de sus catorce compañeros. Con la firme calma que caracterizaba al capitán: “No lo perdemos. Vamos que no lo perdemos”. Más adelante, Aitor contó: “Tenían que hacernos un try convertido y como mucho nos empataban”.
Con el corazón, Los Pumas fueron llevando metro a metro a los Junior Springboks hacia su campo en los últimos minutos. Hasta que Poggi, tomó la pelota y colocó un derechazo largo y afuera. El árbitro Piet Robbertze pitó el final, y la gloria envolvió a esos quince hombres y a todo el rugby argentino. Se había ganado en el Ellis Park. Histórico para el rugby y para el deporte argentino.
“Me abracé con el primero que encontré, pero estaba muy agotado, porque el partido había sido muy duro”, cuenta Silva.
“No sabía qué hacer. Era tan grande lo que pasaba que no me daba ni el físico ni la cabeza para responder”, agrega Neri.
“Solo recuerdo que tenía una alegría y un agotamiento como nunca hasta ahí había tenido en mi vida”, rememora Cazenave.
“No podía creerlo. No podía creerlo”, resume González del Solar.
“Estábamos agotados. Corrimos mucho y esos últimos minutos fueron de mucha presión, porque ellos se nos venían encima, pero no iban a ganarnos”, cuenta Loyola.
“No pensé en el resultado hasta casi el final. Cuando se formó el primer scrum nos llevaron a empujones fácil unos seis, ocho metros. Nos arrollaron. El referí volvió a la marca e hizo repetir el scrum. Los ocho forwards nos miramos a la cara y sin decir una palabra volvimos a formar sabiendo que si nos concentrábamos, no nos podían llevar por delante. En ese scrum los que los llevamos puestos fuimos nosotros. Ese fue ‘el’ momento determinante, ahí empezó el verdadero partido. Y ahí apareció por primera vez la gran mística Puma”, aporta Ronnie Foster, el pilar que había viajado como octavo, el más joven del equipo con diecinueve años cumplidos en enero.
Los quince jugaron un enorme partido, en un Test en el que el rival, sorprendido por los argentinos, no rindió a la medida de lo que se esperaba y en el que la fortuna se vistió de celeste y blanco a raíz de la pésima puntería de Pretorius. Los forwards tuvieron una enorme solidez y pelearon y aguantaron los 80 minutos sin claudicar, con puntos altísimos en Scharenberg, García Yañez, Otaño y Loyola. Etchegaray, pese a su lesión, manejó el abecé de un medio scrum y Poggi, en su primer partido como apertura, hizo lo que le pedía el trámite del encuentro: abrir la pelota cuando había espacios o usar su kick, que desorientó a los locales. “Pasámela bien, Palomo”, le decía el Negro.
Fue ese 19 de junio de 1965, en el Ellis Park de Johannesburgo, uno de los vestuarios más felices e históricos del seleccionado argentino de rugby. Fue el bautismo de Los Pumas. Nada más sería igual a partir de ese día…
Jorge me emocione con la carta del negro poggi. Se me piantaron varias lagrimas.
gracias por el placer de leer un libro y de rugby.
Abrazo
santiago.
Increible Jorge tu relato, mientras lo leìa,me sentì como en la tribuna,gracias y abrazo
Los Pumas del ’65 nos cambiaron la cabeza enseñándonos que el Rugby, antes que nada y por sobre todo, se juega con el corazón.
Eternamente agradecido,
Yankee
Gracias, Jorge.
Genial!
Alucinante este relato. Uno siente estar allí.
Alucinante este relato. Uno siente estar allí.
Grande Yankee. Siempre enseñando. Un maestro.
excelente jorge
Jorge, tu libro no esta disponible en digital? para los que vivimos afuera, sls.
Excelente, se lo voy a regalar a mi viejo el domingo.
Un gran relato, todos estamos allí, jugando y disfrutando, 1965, es presente tembién. Gracias por revivir un momento histórico y vital en nuestro rugby. Felicitaciones!!!!
El Trompa, cuando encaraba era imparable, como Sonny Bill Williams hoy. Siempre jugo de la misma manera, e incluso canchereando sacando de cabeza al touch, algunas pelotas de aire.
Un gran relato. Es como estar dentro de la cancha. La ultima frase resume toda la historia: luego de ese partido NADA volvió a ser igual en el rugby argentino.
JB, volviste con todo!!!!
OFF TOPIC:
Salió la lista contra Barbarians. Cubelli de 9 y Socino de 10.
Me parece, no por Socino sino por todo el equipo, que es una alineación suplente.
Empezando a afinar el lápiz.
Saludos
Como se le decia?. Ah, riding on someone’s coattails.
Vamos Pumas!!