Entre las mujeres y el negocio
Confieso que nunca escribí ni di una noticia sobre rugby femenino. Prejuicios machistas, sin dudas. Creer que el rugby es sólo para los hombres, seguramente. Suponer que es antiestético y poco femenino, qué duda cabe. Pero bueno, es hora de reconcerlo y, de paso, cambiar estas opiniones tan obsoletas. Mucho tuvo que ver una nota que vi la semana pasada en el programa Rugby 2006, que se emite por ESPN +. Allí, una señora de unos 35 años contaba la pasión que sentía por este deporte y del placer que significaba compartirlo con su hija. Entonces me pregunté: ¿Por qué si el rugby tiene valores tan importantes para la vida hay que negárselos a las mujeres? Si ellas también difunden la importancia y el espíritu, por ejemplo, del tercer tiempo.
También es verdad que el rugby es un deporte de contacto (no se lo compara con el boxeo) que puede dañar al físico de una dama, que generalmente es más frágil que el de un hombre. Pero si ellas se divierten, acá tendrán un espacio. Confieso que me costó, que me convenció la señora a la que escuché por televisión.
Por otro lado, el International Rugby Board (IRB) cada vez se parece más a la FIFA. Busca negocios por todos lados. Y ha puesto a las mujeres dentro de su caja de recaudación. En Edmonton, Canadá, acaba de finalizar la Copa del Mundo femenina, ganada por Nueva Zelanda, que venció en la final a Inglaterra por 25-17. Participaron 12 países y detrás de los dos primeros quedaron Francia, Canadá, Estados Unidos, Escocia, Australia, Irlanda, España, Samoa, Kazakhstan y Sudáfrica.
El IRB, seguro de que el negocio del Mundial se le achica al llegar a las instancias decisivas siempre los mismos, hace ya un buen tiempo que empezó a apostar fuerte por el Seven y ahora va por las chicas. Pero la filosofía es muy distinta a la de la madre que habló por televisión. Ellas lo hacen para divertirse, hacer amigas y compartir en familia. Son otros valores, de los que el IRB no entiende mucho.
Vivo en Canadá desde hace algo más de un año. Una de las primeras cosas que hice al llegar fué tratar de vincularme al rugby, como forma de “lenguaje común” entre el recién llegado y “los locales”. Una manera de vincularme con mi nuevo entorno. Le cuento que, para mi sorpresa, me ha tocado ver partidos donde las chicas le ponían mucho mas huevos que los chicos. Sí, a mi también me pareció raro y “antinatural” si se quiere… pero es así. Aquí las chicas participan casi tanto o más que los varones en el rugby. Este año entrené un equipo de chicas menores de 15, mi primer experiencia como entrenador, luego de haber ayudado en 2004/2005 en las inferiores de Liceo Naval. Fué muy lindo y, de paso, ayuda a borrar los prejuicios.
Estoy seguro que si mi esposa hubiera tenido la oportunidad hubiera jugado. Disfruta y ama el rugby tanto como yo.
Gracias Guillermo. Ya te contesté por mail. Seguí escribiendome. Un abrazo.